Los trabajadores de los centros de salud no solo han tenido que aprender protocolos para cuidar su vida y la de los pacientes debido a la pandemia, sino que también deben ingeniárselas para proteger a sus seres queridos.
La doctora Laura Sibaja, de la clínica de Alajuelita, dice que cuando participan en actividades, como testeos, usan trajes y equipos que les protegen todo el cuerpo y que luego son enviados a lavar de forma profunda para quitar la suciedad y microorganismos.
“Uno ya tiene ese chip. Al saber con lo que se está lidiando, se tiene claro que hay que cuidarse en todo momento y no solo cuando uno está trabajando, porque el virus uno lo puede agarrar en un hospital, en un bus o hasta el el barrio al hablar con un vecino”, aseguró.
Debido a eso, las personas que trabajan en centros de salud han tenido que crear protocolos cuando llegan a sus casas, para evitar llevar el virus a sus familias.
La enfermera Pamela Vargas, quien trabaja en el área de salud de la zona de Los Santos, dice que ella vive en el centro de Dota con su papá y su mamá, quien también es funcionaria de salud.
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La joven de 27 años dice que su papá es sobreviviente de cáncer, hipertenso y diabético, por lo que tiene que cuidarse el doble del covid-19.
“Mi mamá y yo tenemos una serie de costumbres para protegernos a nosotras y sobre todo a mi papá, porque él es el más vulnerable. En mi casa tengo cinco pares de zapatos que son los que uso para salir a trabajar, los lavo una vez a la semana con agua y jabón y cada vez que llego a la casa los rocío con alcohol y los dejo afuera, adentro uso otros zapatos.
“Cuando entro a la casa, lo primero que hago es ir al baño para quitarme la ropa del trabajo y de una vez la lavo con jabón en polvo y agua para quitar cualquier rastro del virus, esa es una regla de oro”, dijo la enfermera.
Adiós besos y abrazos
Aunque es difícil, Pamela sabe que lo mejor es dejar los apapachos de lado porque su trabajo la expone mucho.
“Trato de mantener la distancia en todo momento. Cuando mi papá me va a recoger al trabajo yo me siento en la parte de atrás del carro para no ir tan cerca de él. En todo este tiempo hemos evitado los besos y los abrazos para cuidarnos.
“Además trato, en la medida de lo posible, de estar solo en mi cuarto, alejada de mi papá. Ya también hemos hablado en mi casa de que si yo llegara a contagiarme, Dios quiera que no, me iría a alquilar un apartamento para no exponer a mi papá”, dijo Vargas.
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La joven dice que el cuido especial incluye también a sus abuelos, ya que desde que empezó la pandemia no han ido a visitarlos.
“Ha sido difícil acostumbrase a esta nueva realidad, para el Día del Padre le compramos un regalo a mi abuelito y se lo fuimos a dejar sin entrar a la casa.
“Es importan que que nos cuidemos unos a otros, sobre todo a los más vulnerables. Es importante que sigamos las recomendaciones del ministro de Salud, solo así podremos salir con nuestra familia completa después de todo eso”, dijo la enfermera.