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Video: Ingeniero tico viajó a “Marte” y nos cuenta cómo le fue

El ingeniero Luis Diego Monge destacó que hay que trabajar mucho para sobrevivir en Marte

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Durante dos semanas, el tico Luis Diego Monge analizó junto a otras cinco personas si es posible o no que vivan humanos en el planeta Marte.

Luis Diego es ingeniero de profesión y participó en la misión 221 de Earth21Mars y que se llevó a cabo en el desierto de Utah, Estados Unidos, desde el 3 y hasta el 16 de febrero.

El costarricense, de 39 años, fue el ingeniero a cargo de la misión y llevó dos proyectos para ser analizados: la posibilidad de probar si en el planeta rojo puede haber telecomunicaciones por ondas de radio y analizar si se puede sembrar maíz morado en el suelo marciano.

(Video) Tico cuenta si se podría vivir en Marte

Luis Diego conversó con La Teja y nos explicó que por su edad, él no podría participar en las primeras misiones a Marte que desea hacer la NASA en el 2030 y nos contó que la agencia espacial deberá hacer una selección muy cuidadosa de las personas que viajen.

“Es necesario identificar muy bien quiénes serían las personas que irían a esas primeras misiones, porque estarían allí por tres o cuatro años. Sin duda alguna, no es para cualquiera, por eso es que a la NASA le interesan tanto estas experiencias y nosotros en la misión todos los días llenábamos cuestionarios donde compartíamos lo que hacíamos”.

A la fortaleza física se debe sumar la mental.

“La persona (que viaje) sabe que debe despojarse de muchas cosas, son ciertas personas las que pueden soportar un régimen así como el que nosotros vivimos por quince días y que no lo afecte sicológicamente”, explicó.

El amor por la carrera espacial le surgió Luis Diego cuando estaba en la escuela y tuvo la oportunidad de ver al astronauta costarricense Franklin Chang.

“Estaba en la Jesús Jiménez y recuerdo que una vez en Cartago se hizo un congreso espacial de las Américas. A los estudiantes nos llevaron a recibir a Chang y a sus compañeros de misión a las Ruinas, en el centro de Cartago, y el ver a los astronautas fue un momento que me impactó muchísimo”, agregó.

Baño cada tres días

La Teja quiso explorar con Luis Diego cómo fue la experiencia en Utah.

¿Cómo le ha ido en estos primeros días luego de la misión?

Es muy interesante porque cuando uno está ahí siente que el tiempo no pasa, sentí que todos los quince días eran como el mismo día que se repetía. Todo se vuelve supermonótono. En algunos momentos se perdía la noción del tiempo, sobre todo porque las cosas más básicas te consumían la mitad del día.

¿Cómo llegó a ser parte de la misión?

Cuando se trabaja en temas espaciales uno hace amigos de todo el mundo y en el 2018 apliqué con un equipo mexicano, porque no se puede llegar solo. No nos aceptaron y en octubre del año pasado, la alemana María Grulich me invitó a participar en esta misión pues le faltaba el ingeniero. Con ella tengo una amistad de más de cinco años y todo se cuadró para ser parte de la tripulación.

Una vez que aceptan a todos los miembros de la misión, hay que conseguir el financiamiento, porque habría que cubrir hospedaje. Al desierto no se llega de un solo, tenía que cubrir la alimentación y logré que el IICA me ayudara, porque hay que llevar todos los materiales con los que uno va a trabajar.

¿Cómo fue la experiencia de compartir con gente nueva?

Había que irse ganando la confianza de todos los miembros poco a poco. Trabajamos en un espacio muy pequeño, éramos seis personas que estaríamos juntas durante dos semanas; pero fue muy bonito porque hubo mucho respeto y aprendí de las diferentes culturas.

¿Cómo era un día en la misión?

Yo era el ingeniero a cargo de la misión y tenía que asegurarme de que hubiera agua, de que funcionaran los paneles solares y de que sirviera la calefacción, porque en Utah se está en pleno desierto y a veces en las noches la temperatura era de cinco grados.

Además, había que hacer muchas cosas que uno acá tiene resueltas, como la limpieza de los sanitarios. Cada dos días había que bombear el baño, contabilizar el agua porque si nos portábamos bien en el uso del líquido nos podíamos bañar... porque nos bañábamos cada tres días.

La rutina empezaba a las ocho de la mañana, yo me encargaba de chorrear el café. Desayunábamos cosas preparadas, como cereal, avena y quienes hacían las caminatas podían llevar barritas (energéticas) que se metían en el traje.

Para el almuerzo había que hidratar la comida, porque era comida en lata y luego se cocinaba e igual se hacía para la cena. Me llevé una salsa inglesa y pude hacer un día picadillo de papa y una noche hice pinto.

El que salía de caminata prácticamente llegaba a dormir después de almuerzo. Los trajes pesaban cuatro kilos y no se podían poner solo, hasta para eso se ocupaba ayuda.

Dormí muy poco, cada uno tenía un cuarto muy pequeño y por las noches enviábamos un reporte con lo hecho en el día.

¿En qué consistió el trabajo de telecomunicaciones?

Lo que quería era comprobar cómo se podía comunicar la gente en Marte, si las ondas de radio funcionan diferente a las de la Tierra, en caso de que algunas personas recorran largas distancias y necesiten enviar alguna señal. Entonces llevé equipo para hacer antenas y colocar cables de unos ochenta metros, se obtuvo señales de radio de países como Cuba o la India.

Cada antena se armó en unos quince minutos y llevé un radio que funcionaba con la computadora. Durante la primera semana configuré la computadora y revisé el equipo que llevaba para ver cómo podía armar la antena y el martes de la segunda semana se estaba instalando en el suelo.

Creo que sería posible comunicarse en Marte, pero no sería sencillo, habría que ver si cuando se inicien las misiones se construirían satélites de comunicación o torres para tener algo parecido a las señales del celular.

¿Y qué quería probar con la siembra de maíz morado?

Ver si el maíz se adaptaba al tipo de suelo del planeta.

En varias parcelas sembramos maíz con suelo propiamente del desierto y en otras se hicieron mezclas. Se demostró que con la arena sola germinaron algunas semillas, pero sin duda el suelo mezclado dio mejor resultado.

También analizamos cuánta agua se necesita para sembrar, medimos la humedad y el tiempo en que germinaron las semillas. El maíz se sembró el miércoles de la primera semana y los resultados se empezaron a ver el martes de la segunda semana.

¿Qué fue lo más difícil durante el tiempo que estuvo en Utah?

Sentir que el tiempo no pasaba, el cerebro empezó a resentir esa falta de actividad y a veces por las noches sentía tristeza sin saber por qué.

Con los días era más notorio que uno está alejado, que no ve a la gente que lo rodea. También extrañaba cosas tan cotidianas como levantarme y tomar un vaso de leche fría, una buena ducha que me diera energía, cosas que uno da por sentado y que son muy importantes.

¿Se puede vivir en Marte?

Creo que es necesario identificar muy bien quiénes serían las personas que podrían pasar tanto tiempo viviendo alejadas del entorno (de la Tierra). La NASA quiere iniciar en el 2030 los viajes a ese planeta y una persona que quiera estar allí tres o cuatro años debe estar muy bien enfocada, que entienda que debe resistir muchas cosas y que el tiempo no le afecte sicológicamente.

¿Cuál es la principal satisfacción que le dejó esta experiencia?

Se aprenden muchas cosas que uno como latino no aplica. Una de ellas es trabajar con una excelente planificación, porque antes de salir a hacer trabajo de campo se debe cuidar hasta el más mínimo detalle.

Otro aspecto importante es el trabajo en equipo, en este país cuesta muchísimo trabajar en equipo y eso nos limita para ser un país desarrollado.

Y espero que todo el trabajo que hice sirva para que se puedan aplicar todos esos conocimientos en los primeros viajes a Marte.

¿Qué sigue ahora para usted?

Voy a empezar a trabajar en el satélite Morazán, que es un proyecto hondureño. Es una experiencia similar al proyecto Irazú y en esta oportunidad trabajaremos con expertos de la UCR y de la Universidad San Carlos de Guatemala.

Es un proyecto en el que trabajaré por los próximos dos años y la idea es enviar este satélite al espacio.

Yenci Aguilar Arroyo

Yenci Aguilar Arroyo

Redactora de la sección de Nacionales. Trabajó en las secciones de Deportes, Tiempo Libre y tiene experiencia en comunicación institucional. Cuenta con 18 años de experiencia, desarrollada principalmente en el periodismo escrito. Fue designada Periodista del Año del 2023. Trabajó en el Periódico Al Día.

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