Yosen Miguel Rosas Delgado, de 34 años, uno de los baqueanos que llegó a tiempo a encontrar con vida a Paola Amador Segura, única sobreviviente del accidente de la avioneta en Escazú recibirá atención psicológica.
Esto se debe a que le ha costado descansar porque al cerrar los ojos recuerda los destrozos que dejó la avioneta y los cuerpos de las cinco víctimas.
Pese a esta secuela, afirma que está al servicio de los rescatistas para ayudar en lo que necesiten, porque la mayor satisfacción es colaborar con los demás y sobre todo si hay esperanza de vida.
“Cierro los ojos y se me vienen las mismas imágenes que vi arriba, desde el momento que entré a ese lugar, le digo que entré porque había un árbol quebrado y don Román (el otro baqueano) y yo nos agachamos, cuando cierro los ojos veo ese momento cuando dije: ‘hola’ y me respondieron con ‘¡Ayuda!’.
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“Ayer (jueves) estuve hablando con una psicóloga y me dice que hice bien en hablar mucho del tema, porque así puedo procesar más rápido, pero que era mejor no darle mucha recreación al asunto”, señala.
Este próximo lunes 2 de diciembre recibirá atención con la psicóloga.
En este accidente, que ocurrió el mediodía del lunes 25 de noviembre anterior en las montañas de Escazú, murieron el piloto Mario Miranda, de 40 años; la copiloto Ruth Mora, de 26; y los pasajeros: Gabriela López Calleja Montealegre, de 64; Enrique Arturo Castillo Incera, de 56 y Jean Franco Segura Prendas, de 28 años. Ellos, junto Paola Amador, la única sobreviviente, regresaban de Barra del Tortuguero.
Razones por las que sobrevivió
Rosas explicó que él tiene dos razones por las que considera que lo que ocurrió con Paola en la montaña de Pico Blanco fue un verdadero milagro, en medio de tanta tragedia.
“Primero la mano de Dios, porque esto es un milagro. Donde ella cayó, al fondo se ve el motor, entonces me parece que el motor abrió camino para que ella no pegara en ningún árbol”, expresó Rosas.
Más abajo del motor estaban otras víctimas de esta fatalidad y los dos pilotos quedaron cerca del fuselaje.
Rosas detalla que cuando encontraron a Paola, ella estaba bastante consciente y no duda de lo que ella contó, que estuvo hablando con alguien luego del accidente. Se cree que pudo ser alguna de las víctimas quien luego falleció.
“Se lo puedo creer a ella al 100 por ciento, dado el nivel de consciencia que tenía cuando nosotros llegamos y mantuvo durante todo el traslado. Ella aún tenía energía para hablar y estaba muy consciente, creo que pudo haber estado conversando con la copilota, quien estaba en una posición más acostada, con los brazos en el estómago. Por eso es que creo que pudo haber estado con vida”, señala Rosas.
La sobreviviente también confesó que al momento del accidente iba dormida, lo que ayudó a que su cuerpo estuviera relajado. Yosen espera que en un futuro él y Paola puedan reunirse y compartir en un momento más tranquilo.
Deporte extremo fue de ayuda
Rosas también reveló que prácticar un deporte extremo le permitió tener el conocimiento necesario para llegar con rapidez al lugar donde estaba Paola.
Yosen explicó que desde hace dos años realiza vuelos con parapente (deporte que consiste en lanzarse desde una pendiente con un paracaídas rectangular) y muchos de estos han sido sobre Pico Blanco, lo que le ha permitido conocer el relieve de dicha montaña desde las alturas.
“Nosotros conocemos mucho esta montaña por el aire, porque andamos volando en parapente, creo he pasado por encima de esas montañas unas 16 veces, entonces una de las cosas que los parapentistas deben conocer muy bien es el relieve de la montaña por donde están volando”, contó.
Según Rosas, ese conocimiento fue de suma ayuda luego de que vio el video que fue grabado por otra avioneta que sobrevoló el lugar del accidente, pues esto le dio una visión de dónde podría estar la aeronave siniestrada.
Perseguido
Rosas también contó cómo fue que él y Román Álvarez, otro baqueano, lograron encontrar a Paola, esto gracias a la perseverancia que tuvieron la noche del pasado lunes.
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“Cuando estábamos arriba, ellos (los rescatistas) decidieron hacer el campamento y retomar la búsqueda al día siguiente, a las 5 a.m. y esperar a que llegara otra patrulla que estaba cerca; pero nosotros no, Román empezó a buscar lugares, senderos y caminos, nos metimos como unos 25 metros más montaña adentro y ya ahí dimos con un sendero que nos llevó hacia el bajo donde estaba la avioneta”, recordó.
Tras descubrir que había una sobreviviente, Yosen fue el encargado de correr hacia el campamento de los rescatistas para dar aviso, Rosas admitió que ese fue el único momento en el que sintió miedo.
“En ese momento sí tuve miedo, porque luego de ver los cuerpos, yo sentía que alguien me venía persiguiendo, era como un miedo, pero a la vez, sabía que tenía que llegar hasta donde estaban los cruzrojistas y los bomberos que habían quedado en ese momento”.