Sucesos

“Botón de pánico” en cárceles evitaría que visitas conyugales terminen en asesinatos

Tres centros penales del país ya cuentan con este sistema de alerta

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Marisol Estrada Mejías, de 27 años, murió el viernes 21 de setiembre a manos de su pareja dentro de un cuarto de la cárcel de Liberia donde se llevaba a cabo la visita conyugal.

El reo es sospechoso de haberla matado colocándole una bolsa plástica alrededor de la cabeza.

Esta historia quizás habría tenido un final distinto si en ese lugar hubiera existido un “botón de pánico” como los que ya hay en tres centros penales del país: el Reynaldo Villalobos (Alajuela), Pabrú Presbere (Pérez Zeledón) y la 20 de Diciembre (Pococí)

La idea de esos botones es que sobre todo quienes visitan a sus parejas puedan pedir auxilio en caso de encontrarse en peligro.

Jorge Pérez Masis, jefe policial de la Unidad de Atención Reynaldo Villalobos, contó que ese sistema de alerta funciona desde el primer día en que abrió el centro penal, hace más de dos años, pues cuando lo construyeron ya estaba entre los planes que cada habitación lo tuviera.

Alerta silenciosa

Pérez explicó que el botón de pánico no es una sirena escandalosa, como se podría pensar, más bien es una alerta silenciosa que les permite reaccionar rápido.

Según explicó Pérez, cuando la persona presiona el botón este emite una señal que llega a un monitor del centro de vigilancia, donde la persona encargada puede ver en cuál habitación lo apretaron y comunicarse por radio con todos los oficiales penitenciarios.

Botón de pánico en habitaciones para visita conyugal

“Si fuera una alarma sonora lo que causaría es que todo el mundo salga de sus habitaciones y eso provocaría un caos a toda la Policía Penitenciaria”, dijo Pérez.

Como lo mencionó Pérez, cada habitación cuenta con su botón de pánico, pero hay una que tiene dos. Se trata de un cuarto acondicionado para personas con algún tipo de discapacidad. En este caso uno de los botones fue instalado en el baño y sí activa una alarma sonora porque es necesaria una reacción más rápida.

Bien pensado

Un aspecto que llama la atención es que en los cuartos que tienen solo uno, el botón de pánico está muy bajo, pero no se trata de un error.

Pérez explicó que a la hora de construir las habitaciones llegaron a la conclusión de que el botón tenía que ser colocado de forma que se pudiera activar de la manera más fácil posible.

“Está estratégicamente colocado a esa altura (de la rodilla), porque, por ejemplo, si las personas están forcejeando y la víctima no puede usar sus brazos puede patear el botón o puede recostar su cuerpo o el de la otra persona para activarlo”, explicó Pérez.

Aunque el botón es una herramienta que les ayuda mucho, el oficial dijo que no se confían y por eso tienen un policía asignado a esa área y cuya misión es estar pendiente de cualquier sonido extraño en las habitaciones.

“El oficial no puede estar tocando puertas, no puede estar ingresando a menos que se escuche algo anormal y entonces tengamos que entrar para salvaguardar la integridad de la persona visitante y del privado de libertad”, añadió Pérez.

Salvar una vida

Pérez dijo que vigilar las visitas conyugales es un tema delicado porque no pueden pasarle por encima a la intimidad de las personas, por eso considera que la instalación de un botón de pánico es esencial y debería usarse en todos los centros penales.

“En un principio nosotros, la Policía, trabajamos como a pie. Los métodos electrónicos vienen a ser una gran fortaleza y ayuda para la parte policial porque en cualquier momento un botón tan sencillo como ese puede ser determinante para salvar una vida”, dijo.

Relacionado con este mismo tema, Daisy Matamoros, subdirectora de Adaptación Social, indicó que estos botones se encuentran en las Unidades de Atención Institucional debido a que son las más nuevas; sin embargo, ya están planeando, si el presupuesto lo permite, poner herramientas tecnológicas como estas en todo el sistema penitenciario del país.

Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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