El mayor sueño para José García García, de 23 años, era que sus papás vivieran con gran comodidad.
Él tenía claro que ellos habían realizado lo mejor que podían y estaba en los hijos tratar de mejorar el estilo de vida de la familia.
La vida para José fue muy corta, pero le alcanzó para cumplir su mayor deseo.
Él se convirtió en una de las últimas víctimas de un asesino en serie que vivió en el Caribe sur del país, de donde era vecino.
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José sufrió una cruel muerte, junto con uno de sus amigos, José Luis Torres, de 23 años. A ellos los torturaron, sufrieron múltiples puñaladas, los decapitaron, enterraron y sus cuerpos fueron tapados con hojas de plátano.
Noche de estrellas fue la despedida para bombero
García era de raíces humildes, y cumplía con cualquier trabajo digno que encontrara.
De esta manera y gracias a una campaña de reclutamiento, José llegó a la estación de Bomberos de Bribrí y se convirtió en voluntario; es decir, trabajaba gratis por el bien de sus vecinos.
Jeffrey Alfaro, jefe de Bomberos en Bribrí, recuerda muy bien a José; la última vez que compartieron juntos fue cuando todos los bomberos aprovecharon la oscuridad para ver las estrellas.
“José tenía una visión de superación muy grande, con unas metas muy claras. El sueño de él era darles una casa a la mamá y al papá, porque ellos son una familia de muy escasos recursos.
“Era un muchacho educado, muy humilde, colaborador, un compañero con quien podíamos contar siempre, era muy activo, se notaba que realmente amaba poder colaborar a las personas”, recordó Alfaro.
A García lo vieron por última vez esa noche de estrellas, cuando celebraban el Día de la Tierra, y una manera de cuidarla fue hacer un apagón de electricidad por una hora en el cantón.
“Toda la escuadra que estaba en servicio, él y otros voluntarios que llegaron esa noche nos pusimos a ver las estrellas fugaces, luego hicimos una comida. Jamás hubiéramos pensado que esa era el último día para compartir con él, pues fue un día antes de que él desapareciera”, recordó Alfaro.
García y su amigo desaparecieron el lunes 13 de octubre del 2014, cuando pretendían ganarse un dinero, chapeando una parcela en El Swiche de Paraíso, en Sixaola.
No era normal que los muchachos no regresaran a casa, y esa fue la primera alarma para la familia, que denunció la desaparición ante las autoridades.
“No recuerdo si fue un día o dos días después que llegó la mamá a decirnos que él había desaparecido.
“Nosotros estuvimos en la búsqueda, esperábamos que se hubieran perdido o que tuvieran un accidente, jamás esperábamos que fuera un homicidio”, detalló su jefe, quien además lo estimaba como amigo.
El miércoles 15 de octubre, un hombre llegó hasta las autoridades y les dijo que tres sujetos lo agarraron a la fuerza y lo llevaron donde tenían a las víctimas.
Estaban amarrados a un árbol, y le pidieron que los matara.
Pero, el sujeto se negó y fue testigo del brutal crimen. Vio donde los sepultaron, exactamente, a un kilómetro de donde habían desaparecido. Asimismo, manifestó que tuvo que correr para salvarse. Gracias a este hombre fue que se pudieron encontrar los cuerpos de las víctimas.
“Los compañeros del OIJ nos confirmaron que, lamentablemente, a él lo habían matado. Después de esto quedó la incertidumbre, el miedo, hubo personal de Bomberos que necesitó apoyo sicológico, porque sí hubo afectación en esa parte”, señaló.
A García lo despidieron con todos los honores.
“Se le hizo una misa de tropa, hubo un desfile hasta el cementerio, como Dios manda, y a él se le dio el grado de Cabo póstumo como bombero voluntario”, recordó. Dicho certificado se mantiene en la estación.
Familia de Bombera cumplió sueño
Jeffrey y los demás bomberos conocían la meta que quería alcanzar José García, por lo que ellos terminaron de hacer realidad el último deseo del joven y fue así como le construyeron una casa digna a los papás y hermanos del valiente apagafuegos.
“Un proyecto que, gracias a la coordinación con la Dirección General del Cuerpo de Bomberos, se le logró ayudar a la familia para darles una casa, porque ellos vivían en una vivienda muy humilde.
“Logramos que la familia tuviera un techo mejor; ellos tenían el terreno y eso fue más fácil aún, por lo que se les dio la casa para que estuvieran más cómodos. Una empresa nos ayudó con el sistema de llave en mano, se entrevistó a la familia de cómo la querían y alcanzaba con el presupuesto que se tenía”, recordó Jeffrey.
Pese al vil daño que le hicieron al bombero, él sí pudo cumplir su mayor anhelo, aunque no vivió para verlo y disfrutarlo junto con sus seres queridos.
Jeffrey concluyó recordando que cuando José fue asesinado, tenía un hermanito que estaba recién nacido; tenía unos ocho meses, y este pequeño es ver la cara del compañero que tuvieron en la estación.
“Cuando lo vemos es ver la misma imagen de José, nosotros a veces visitamos a la familia, pues siempre tratamos de tener el contacto con ellos, para que sepan que, aunque José ya no está físicamente, él sigue siendo parte de la familia de Bomberos”, terminó.
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Asesino en serie fue el que mató a Bombero
El principal responsable de apagar la vida de José García fue Florentino Elizondo Ríos, un sujeto, con apariencia de jornalero calmado, pero que escondía las peores intenciones.
A él lo buscaron hasta con un helicóptero de Seguridad Pública por las montañas de Talamanca. La captura se logró el domingo 19 de octubre del 2014, a las 7:30 a. m.
El perrito Bratt de Fuerza Pública y docenas de policías le pusieron fin a la huida de este hombre, quien estaba escondido en un bananal.
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En Talamanca hubo miedo, porque el tipo acostumbraba a llegar por el patio de las casas y pedía comida. Si las familias se negaban, las amenazaba con matarlas, por lo que temían que les pasara lo mismo que al bombero y a su amigo.
El atroz hecho lo cometió junto con otros dos sujetos, Ariel Castellón Gómez (sentencia de 41 años) y David Gómez Cadena (40 años de cárcel), a quienes detuvieron tres días antes que a Florentino.
“Elizondo tenía cuatro días de andar en la montaña, estaba cansado, y al ver a la Policía quiso salirse por otro lado, pero teníamos todo custodiado. Al final no opuso resistencia”, dijo en ese momento Gustavo Mata, ministro de Seguridad en el 2014.
Florentino se hacía llamar “Julián” y es señalado por el OIJ como el asesino serial que atacó en el Caribe del país en 1993, 2013 y 2014.
Él nació en Guápiles.
Por el brutal crimen del bombero y del amigo, Florentino Elizondo fue sentenciado a 51 años en la cárcel. Actualmente, purga su pena en La Reforma, Alajuela.
Florentino se le escabullía a la Policía como un fantasma; en una ocasión estuvieron a punto de detenerlo, pero él logró tirarse por debajo de una alcantarilla, en la que había un hueco y, como no había llovido, se pudo meter. Las autoridades lo perdieron de vista por la oscuridad y nunca se percataron del hueco; esto ocurrió en Limón.
Este tipo habría matado a siete personas en ataques violentos que ocurrieron entre Guápiles y Talamanca.
El primer asesinato lo cometió a los 19 años, el 1.° de abril de 1993, cuando mató a su expatrón por haberle llamado la atención.
La víctima se llamaba Guido Argüello Chaves. Las investigaciones indicaron que el homicidio lo cometió porque Guido lo regañó por haberse llevado una lancha sin permiso en Barra del Colorado, dejando a los turistas sin el único transporte.
Florentino estuvo en la cárcel desde el 1.° de octubre de 1998 hasta el 28 de agosto del 2011, cuando quedó libre.
También mató al chofer de bus Helbert Álvarez Briceño, el 26 de julio del 2013, en Daytonia de Sixaola, al frente de los pasajeros.
El 12 de setiembre del 2014 acabó con la vida del finquero Rafael José Molina Rojas, de 46 años y dos peones.
A Molina lo obligó a caminar hasta una fosa donde lo mató de dos disparos. Lo asesinó porque lo había tratado de ladrón. El cuerpo apareció en las montañas de Suerre en Pococí.
El informe de la investigación detalla que Florentino antes había ido a la casa del finquero, en donde encontró a dos de sus peones identificados como Gonzalo Laguna Vega, de 59 años, y Santiago Gerardo Campos Oviedo, de 57. A ellos los amarró y se fue a buscar a Rafael José para matarlo, luego regresó por los peones, a quienes llevó a un puente y con un puñal los asesinó y lanzó al río.
Los cuerpos de estos peones fueron hallados hasta el 1.° de diciembre del 2014, en el río Guácimo, unos cinco kilómetros río abajo de donde había sido hallado Rafael José Molina.
Luego cometió el asesinato del bombero y del amigo; al parecer, solo para robarles el celular que andaba García.