Los siete asaltantes que el jueves en la noche se metieron a la casa de un empresario árabe lograron que la esposa del extranjero les abriera la puerta con facilidad al engañarla diciéndole que era policías e iban a dejarle una notificación judicial.
Los hechos ocurrieron a eso de las 6:50 p.m. en San Rafael de Escazú, precisamente en la calle Maynard.
José Rodolfo Ibarra, vocero de la Policía Municipal de Escazú, explicó que al menos tres de los sujetos llegaron hasta la casa del árabe usando uniformes de la Fuerza Pública y de la Policía Municipal de San José. Eso hizo que la mujer no sospechara nada malo. Los otros cuatro hombres se quedaron esperando.
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“Los sujetos tocaron la puerta, indicándole a la propietaria que le iban a entregar una notificación, cuando les abrió el portón ingresaron a la vivienda e intimidaron a las personas que estaban dentro y empezaron a llenar sacos con armas, dinero y joyas”, contó Ibarra.
Se armó la voladera
Según trascendió, en un descuido de los maleantes la mujer logró darle aviso a su esposo y como el hombre estaba cerca, junto a sus guardaespaldas, aceleró el paso hasta su casa.
Cuando el árabe llegó en su Porsche 911 Turbo, los maleantes le empezaron a disparar, así que el extranjero y sus escoltas respondieron a los plomazos. Los delincuentes decidieron darse a la fuga, unos se brincaron una tapia y otros salieron corriendo hacia un río.
En medio de la carrera, los asaltantes dejaron botado un saco en el que llevaban dos escopetas, dos rifles y una pistola que habían sacado de la casa. También dejaron botados los uniformes que usaron.
Gracias a la rápida respuesta de la Fuerza Pública y de la Policía Municipal de Escazú se logró agarrar a dos sospechosos, de apellidos Castillo y Briones, a quienes se investiga para determinar su posible participación en los hechos.
En cuanto al botín, de momento se desconoce los objetos que lograron llevarse los maleantes.
No confiarse
Según indicó Ibarra en apariencia los uniformes usados por los maleantes son los oficiales de la Fuerza Pública y la Policía Municipal de Escazú, lo que habría hecho que la mujer se confiara y les abriera.
Ante esta clase de situaciones en las cuales los maleantes usan uniformes robados o copias, Ibarra aseguró que lo mejor es siempre tener malicia y pedirle al oficial que se identifique o al menos muestre su insignia.
“En realidad en el país es difícil determinar cuando un uniforme es oficial, falso o si simplemente ha sido robado, básicamente no se le debe abrir la puerta a personas que no estén plenamente identificadas y que no gocen con documentación en caso de notificaciones que vienen por orden judicial”, finalizó.