Alynna Montoya dice que no sabe si algún día será capaz de volver a acercarse al mar, ya que el último recuerdo que tiene de él es que le arrebató a su papá: José Pablo Montoya.
El domingo 23 de diciembre del año pasado la familia fue a Cahuita para que don José Pablo y la esposa conocieran este bello rincón caribeño, pero el primer día del viaje ocurrió la tragedia.
Los cinco miembros del grupo se fueron a eso de las 5 de la tarde a caminar y Alynna quiso mojarse los pies en el mar, pero de un momento a otro una corriente la jaló. Un hermano de ella y el papá se metieron al agua para sacarla, minutos después ella y el hermano lograron salir por sus propios medios, pero su papá no.
A como pudo la joven lo arrastró a la orilla y luchó por salvarle la vida, pero don José Pablo no reaccionó más.
Desde ese día Montoya dice que cambió por completo la idea que tenía del mar.
“No hay nada que yo hubiera podido hacer para evitarlo, la playa estaba normal, no había corrientes peligrosas ni señales de alerta.
"Lo único que yo les puedo decir a las personas que van de vacaciones a la playa es que siempre deben estar conscientes de que el solo hecho de entrar al mar puede exponerlo al peligro, aunque tomen precauciones y tengan experiencia nadando”, dijo Alynna.
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“Lo único que nos pudo haber salvado de la pérdida de mi papá es la presencia de un guardacostas o salvavidas preparado y lamentablemente no los hay en muchas playas del país”.
Alynna asegura que ellos fueron cuidadosos cuando visitaron la playa, pero eso no los libró del terrible accidente.
“Por más cuidado que tuve me vi en peligro y nada le garantiza a uno que el mar se va a mantener tal cual estaba cuando uno entró. Lo que yo le puedo decir a la gente es que deben ser conscientes del peligro que significa el mar siempre”, destacó la sobreviviente.
Gran hombre
José Pablo era un gran hombre y tenía a Dios en su corazón, él era testigo de Jehová. Su despedida fue en San Bosco de Santa Bárbara de Heredia, ese día llegaron más de 500 personas a darle el último adiós.
En medio del dolor que enfrentan los allegados de don José, ellos tratan de aferrarse a los buenos recuerdos que tienen de él para recordarlo como la persona feliz y cariñosa que fue.
“Después de todo lo que pasó lo que yo le digo a la gente es que amen mucho a su familia y disfruten todo lo que puedan con ella porque la vida se acaba en cualquier momento.
“Algunos podrán juzgar y decir que yo fui imprudente, pero yo no lo veo así, el mar se veía tranquilo y ni siquiera me metí mucho, solo las piernas, pero una tragedia pasa en cualquier momento”, aseguró Alynna.
Para evitar que otras familias pasen por una situación tan dolosas el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) y La Cruz Roja lanzaron una campaña preventiva para evitar más muertes de este tipo.
Como parte de la estrategia el Cimar actualizó la aplicación Mio-Cimar creada en el 2015, en la que ahora se le permite a los turistas ver el pronóstico de las mareas y el oleaje de las playas que deseen visitar hasta con siete días de anticipación.
Las autoridades le piden a la gente que cuando visiten alguna costa, antes de meterse al agua pidan información sobre el lugar.
“Es importante hablar con los lugareños para que ellos les digan como es el comportamiento del mar. Si cuando los turistas llegan ven que no hay nadie bañándose en el mar definitivamente es una señal y lo mejor es no meterse al agua”, expresó Carlos Herrera, jefe nacional de Atención prehospitalaria de la Cruz Roja.
Herrera asegura que la prevención es la mejor forma de evitar accidentes acuáticos y es necesario que la gente haga consciencia sobre los riegos que implica bañarse en una playa, ya que en cualquier momento las corrientes de resaca los pueden llevar mar adentro.