En el territorio indígena Cabagra, en Buenos Aires de Puntarenas, la vida regaló una escena tan poderosa como conmovedora.
Y es que una mujer dio a luz en su vivienda, ubicada en la montaña, y hasta allí llegó la Cruz Roja para asistirle en condiciones complejas.
Raquel Montenegro, socorrista del Comité Auxiliar de Buenos Aires, fue parte del equipo que caminó durante cerca de 30 minutos entre senderos rurales, bajo un fuerte sol, para llegar a tiempo y brindar atención a la madre y al recién nacido. Pero fue un gesto silencioso el que marcó a todos los presentes.
Mientras Raquel sostenía al bebé en brazos, el hermanito mayor del recién nacido (un pequeño niño) se colocó a su lado y, sin decir una palabra, le sostuvo una sombrilla para protegerla del sol.
La imagen, que fue captada por la misma Cruz Roja, refleja la ternura y empatía que puede brotar incluso en los momentos más simples.
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La Cruz Roja compartió la historia a través de sus redes sociales, como un recordatorio del impacto humano de su trabajo en las comunidades más alejadas:
“Seguimos salvando vidas, allí donde se nos necesita”.
Esta historia no solo destaca la labor de quienes llegan hasta los rincones más olvidados, sino también la capacidad de los más pequeños para dar lecciones de empatía y humanidad.