Los bomberos ya determinaron el lugar en el que iniciaron las llamas y el humo que cobraron la vida de Marilyn Chacón Mora, de 33 años, y sus tres hijos: Kendall, de 11 años; Keylor, de 6, y Kristtel, de 3 añitos.
La familia vivía en el tercer piso de una cuartería y en el primero había una pulpería, justamente en este negocio es donde habría iniciado el fuego.
Así lo confirmó, Héctor Chaves, director de bomberos, la mañana de este lunes, 24 horas después de que ocurriera la devastadora situación.
“No se ha encontrado ninguna evidencia de que el fuego fuera provocado, más bien el patrón que siguió el fuego hace indicar que fue un fuego que se generó accidentalmente en el primer nivel”, señaló Chaves.
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Preliminarmente, presumen que habría sido un corto circuito y ahora analizan las refrigeradoras y demás electrodomésticos que utilizaban corrientes.
“El tiempo en el que ocurre el incendio, al amanecer, hace presumir que fue un fuego latente, que durante la noche se estuvo desarrollando y al amanecer se abre (se desarrolla)”, expresó el líder de bomberos.
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Las víctimas estaban en el tercer piso y solo había una entrada que también funcionaba de salida, esta quedó comprometida por las llamas y el humo, por eso ellos no pudieron salir.
Los gases que generan el humo siempre son ascendentes, estos atraparon a las víctimas.
Ante esta situación, las autoridades le insisten a las familias tener dos rutas de salida en sus viviendas y además contar con detectores de humo, los cuales rondan los ¢10 mil y podrían salvar la vida de las personas al alertar minutos antes de una desgracia.
“Dentro de una casa no hay un lugar seguro, la gente se mete dentro de una ducha, creyendo que el agua la va a salvar, pero los gases tóxicos son los que matan a la gente, la única manera de salvarse es estando afuera del incendio”.
Pese a la rápida acción de los bomberos, el fuego avanzó con velocidad, la estructura en la que vivía la familia era de latas y esto que la convierte en un horno.
En los últimos 15 años han muerto 241 personas en estas emergencias, de las cuales 40 eran niños, el 90% de las víctimas fallecieron en la propia casa en la que vivían.