La costarricense Silvia Vílchez, quien fue brutalmente asesinada, al parecer, por su propio esposo e hijo en Estados Unidos, es recordada por sus seres queridos como una mujer de mucha fe que siempre tenía a Dios muy presente en su vida.
Vílchez, de 55 años, formaba parte de una pequeña iglesia en la comunidad de Lewis Chapel, en el condado de Sequatchie, en Tennessee, donde por muchos años se dedicó a apoyar a otra mujeres para que mantuvieran su fe ante cualquier adversidad.
Así lo contó al medio estadounidense Local 3 News Jeff Smith, pastor de dicha iglesia, quien describió a Vílchez como una persona que llegaba a enriquecer las vidas de los demás.
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Según Smith, Silvia, a quien también conocían como Gaby, había llegado a la iglesia hace unos 10 años y hacía poco participaba en el ministerio de mujeres, en donde colaboraba asistiendo a los retiros.
El pastor reveló que Vílchez tenía una forma muy especial de ayudar a otras personas, pues ella se encargaba de coser a mano mantas de oración, sobre las que oraban para luego entregarlas a miembros de la comunidad que necesitaban apoyo u orientación en su camino de fe.
“Me sorprendió muchísimo la cantidad de personas a las que Gaby había llegado, tanto dentro como fuera de esta comunidad”, comentó el pastor, quien dijo que tras la muerte de Vílchez recibió decenas de llamadas de vecinos que querían organizar un homenaje para ella.
En cuanto al crimen, según la autoridades, Vílchez fue vista por última vez el 28 de octubre anterior.
De acuerdo con los medios de comunicación Fox 17 y ABC 13 News, dos días después, el 30 de octubre, las autoridades allanaron la vivienda y descubrieron que estaban ante la escena de un asesinato.
“Según los informes, los agentes ejecutaron una orden de registro el 30 de octubre después de declaraciones contradictorias de su esposo y su hijo, quienes primero dijeron a los oficiales que Silvia Vílchez estaba en Costa Rica”, señalaron en ABC 13 News.
En la vivienda encontraron varias manchas rojas en la alfombra, que se cree eran de sangre; salpicaduras rojas en las paredes, los escritorios y las fotografías, y una aspiradora industrial con lo que parecía ser sangre. Luego encontraron el cadáver.
“Durante un interrogatorio grabado, según consta en el informe de detención, Gabriel Vílchez admitió haber golpeado a su madre con un bate de béisbol mientras su padrastro observaba. Declaró que después la arrastraron hasta una hoguera y quemaron sus restos”, señala el mismo medio de comunicación estadounidense.


