Sucesos

Secuestro se paseó en boda de millonario cartaginés

Cuco Arrieta, un hombre de origen humilde, se convirtió en el protagonista de una historia que muchos aún recuerdan

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Tres días antes de celebrarse una boda un secuestro puso de cabeza al país y lo mantuvo en suspenso durante doce días. Todos querían saber cómo se resolvía el secuestro y si al final habría casamiento o no.

La víctima del secuestro fue Salomé Patrocinio Arrieta Leiva, conocido como Cuco Arrieta, dueño de varias propiedades en El Tejar de El Guarco, en Cartago.

El asunto es que Cuco e Isabel Góngora Hernández habían planeado casarse el miércoles 24 de febrero de 1971 y luego se irían de luna de miel a México, pero una banda izquierdista llamada Comando Revolucionario Centroamericano se les puso en el camino tres días antes y alteró los planes por completo.

Cuco Arrieta había nacido en una familia humilde de Concepción de La Unión, en Cartago, sus papás fueron agricultores, pero él poco a poco fue cambiando su realidad. Estudió, se convirtió en profesor, adquirió fincas cafetaleras y hasta se hizo prestamista, lo cual le permitió llegar a ser dueño de más propiedades que le dieron personas que no podían pagar la deuda que habían contraído con él.

Ser un hombre conocido y adinerado lo puso en la mira del comando izquierdista. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos.

Don Rodrigo Robles Quirós tiene muy fresco el recuerdo del millonario cartaginés porque desde que tenía 7 años sus papás trabajaron como peones de Arrieta.

“Él era una persona de buen vestir, siempre anduvo elegante. Fue inmensamente rico y creo que para esa época fue el hombre más millonario; eso sí, tuvo más enemigos que amigos”, recordó Robles, quien vive a unos metros de la casa de campo que tuvo Cuco Arrieta en Cartago y a la que llegaba los fines de semana.

El 21 de febrero de 1971, los delincuentes del comando izquierdista atacaron. Cinco llegaron hasta la casa de Arrieta, donde se encuentra ahora el restaurante oriental Tin Jo, en el centro de San José.

Cuco,de 83 años, estaba en la vivienda con su única hija Ethel, su cuñada Emérita Astorga, una empleada doméstica y un hermano de esta. Los secuestradores los amenazaron diciéndoles que si no gritaban nada le pasaría a don Cuco. Allí, según informó La Nación del 23 de febrero, los hombres lo obligaron a entregarles las llaves del carro y se lo llevaron.

La primera llamada

El primer contacto telefónico que tuvieron los secuestrados para pedir recompensa fue con Demetrio Pérez (cuñado de Isabel Góngora, la pareja de Cuco). Los delincuentes dijeron que dejarían indicaciones de los pasos a seguir para el rescate por medio de cartas que echarían en una alcancía de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, en San José.

Sin que estén claros los detalles, el sacerdote Carlos Joaquín Alfaro Odio, de San Pedro de Montes de Oca, terminó como mediador en el secuestro; a él lo contactaron por medio de una carta que le dejaron debajo de la puerta del baño de la iglesia del Carmen (donde oficiaba misa algunas veces).

En la alcancía los secuestradores dejaron una carta, escrita por el millonario, en la cual él le pedía a la familia recoger ¢600 mil en billetes de ¢100 y ¢400.000 en monedas colombianas, mexicanas y nicaragüenses. El comando exigía ¢1 millón para dejarlo libre.

Junto a la carta iba un mensaje que decía: "Estoy bien. Accedan a pagar el millón de colones”.

Los secuestradores también llamaban al teléfono de la casa cural de la iglesia y exigían el dinero.

Nadie sabía dónde estaba Cuco y la familia temía que le hicieran daño.

Todos hablaban del secuestro y la gente estaba muy asustada. Costa Rica era entonces un país en el que casi no se veían hechos delictivos graves y el suceso alteró por completo la rutina.

En la década de los setenta había dos personas que tenían los cargos de un ministro de Educación y Cuco era uno de ellos; su puesto era secretario de Educación Primaria, por lo que muchas personas señalaron que su secuestro fue el primero de carácter político de la historia del país; no obstante el historiador Tomás Federico Arias no se atreve a asegurarlo y menciona que desde hace más de tres años busca información para confirmar esa versión y no ha encontrado ninguna fuente confiable.

Algo raro pasa...

A final de aquel febrero del 71, en Santo Domingo de Heredia hubo vecinos a quienes les extrañaba ver movimientos poco usuales en una casa y avisaron a las autoridades. Hasta la vivienda sospechosa llegó el investigador Gunnar Pinto, de la Dirección de Investigaciones Criminales (DIC), pero fue burlado por los sospechosos, que tenían a Cuco escondido y el agente no lo supo.

La congoja seguía y los costarricenses comían ansias esperando noticias.

Mientras tanto, la familia de Cuco logró recoger el dinero que pedían los secuestradores, lo metieron en una valija, como les habían ordenado, y quedaron en que durante la noche el sacerdote Alfaro iría a entregarla al puente que luego conocimos como la platina... Pero los hombres nunca aparecieron.

El jueves 4 de marzo una vecina de la casa de Heredia donde se habían visto movimientos sospechosos no se quiso quedar con la duda de qué escondían allí. La mujer pasó viendo por un lado de la vivienda y descubrió a Cuco sentado en una cama. La mujer se asustó y le contó a otra vecina cuyo esposo llamó a la Policía, que se movió rápido, pero con calma.

Los oficiales llegaron a la comunidad y esperaron hasta que salieran los hombres para detenerlos. Eso pasó a las 6 de la mañana.

Las personas arrestadas fueron Otto Castro, Manuel Román, Hernán Cruz, Hubert Chaves y Ana Isabel Vargas. Las cinco fueron llevadas a juicio y condenadas.

Cuco Arrieta estaba bien, agitado, pero bien. “Querría quitarle al cielo un fragmento para pagarles a todos los costarricenses”, dijo a los medios de comunicación.

Don Cuco, por su parte, reaccionó de forma mucho más serena y, en un comunicado que se brindó a los medios de prensa, dijo que se sentía agradecido con los costarricenses por el apoyo que le habían brindado en su cautiverio.

En el juicio Isabel Góngora les dijo a los jueces que la ceremonia religiosa que pretendían hacer ella y Cuco Arrieta era porque ya se habían casado por lo civil.

Se le consultó a la oficina de prensa del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y luego de revisar los archivos dijeron que la única boda que registró Cuco Arrieta fue con su primera esposa, Elida Astorga.

La figura de Cuco Arrieta dejó atrás los días del secuestro y en Cartago mucha gente aún lo recuerda como el protagonista de un hechos que alertó de que algo ya empezaba a cambiar en Costa Rica.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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