Sucesos

Tragedias marcaron a socorrista al que le tocó atender muerte de dos familiares en accidentes distintos

Miguel Batista asegura que le ha tocado ser fuerte ante lo sucedido

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crímenes ocurridos en el 2012

Miguel Batista ha tenido que enfrentar la muerte muchas veces, debido a su trabajo como voluntario en la Cruz Roja, sin embargo, hubo dos casos que lo marcaron para toda la vida, pues con tan solo 15 días de diferencia le tocó acudir a dos casos en los que las víctimas eran su hermano menor y un primo.

A Miguel lo conocen como el Bataneño por su página de noticias en Facebook, ya que es corresponsal de noticias, dirigente de la Tropa 86 de los Guías y Scouts de Batán y, además, es locutor.

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El próximo 25 de marzo cumple 29 años de ser voluntario en la Benemérita, una vocación que, según él, lleva con amor y mucha dedicación.

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“Los cruzrojistas tenemos siempre las ganas de ayudar, pero claro nos enfrentamos a momentos de dolor y que nos causan mucha tristeza, aun cuando esas personas no son familia de uno, siempre damos todo, así que ahora imagínese como ocurrió en mi caso que los dos eran mi sangre, eso me duele todavía. Cuando los pienso repito: ‘soy valiente, soy valiente, Dios me ama’”, dijo.

Los casos que llenaron de tristeza el corazón de Batista ocurrieron en el 2012, el primero sucedió el 21 de junio, cuando falleció Eduardo Antonio Villegas Batista, de 34 años, primo de Miguel.

El suceso ocurrió a las 11:15 de la noche, en el barrio María Agüero, en Batán Matina, Limón.

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Miguel estaba de turno en la Cruz Roja cuando recibieron la alerta de que un hombre fue atropellado por el tren, por lo que fueron a atender el accidente.

“Cuando llegamos nos dicen que hay una persona herida, el tren lo atropelló y lo tiró como a cincuenta metros en la entrada de la casa de una tía mía, cuando me acercó me doy cuenta de que la persona que está tirada ahí es mi primo Eduardo, tirado afuera de la casa de su madre, muy grave, algo que mi tía no puede superar”, dijo Miguel.

El socorrista recuerda que subieron a su primo a la ambulancia muy malito y lo llevaron a la clínica.

“Le avisamos a mi familia del accidente, entonces todos se fueron a esperar noticias donde mi abuela, que era donde mi primo vivía. Los doctores recibieron a Eduardo en la clínica y estaba tan grave que de una vez dijeron que íbamos con una doctora abordo para el Hospital Tony Facio, en Limón, para tratar de salvarle la vida.

“La doctora le iba dando maniobras de RCP y yo le iba dando asistencia de oxígeno con un aparato que nosotros usamos, cuando estábamos frente a RECOPE, la doctora me dijo está muerto, ya dejémoslo, pero yo le decía que no, que siguiéramos, yo no quería. Luego de varios minutos se lo entregué a Dios, y le comenté a la doctora, ¿ahora cómo hago para decirle a mi familia?, fue durísimo”, relató Miguel.

Miguel asegura que se fue para la casa de su abuela, donde ya toda la familia estaba reunida.

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“Recuerdo que entré a la casa y todos estaban en silencio, me fui caminando hasta donde estaba mi abuela, caí arrodillado en las piernas de ella y me ataque a llorar desconsolado, en ese momento todos lloraron no fue necesario decir nada más”.

Miguel cuenta que fueron días muy duros para ellos, por lo ocurrido, las primeras versiones decían que su primo estuvo tomando y que por estar muy cerca el tren como que lo “succionó” y que debido a eso se dio la tragedia.

“Luego se supo que alguien lo había empujado, y no que fue accidental, pero el OIJ investigó y no lograron determinar quién era el responsable porque no había suficientes pruebas, en el barrio decían el nombre de quién había sido, pero la muerte de mi primo quedó sin justicia” recordó el socorrista.

Miguel asegura que la muerte de su primo le dolió mucho y fue un golpe terrible para toda su familia, pero en ese mes la muerte se ensañó con él y con los suyos. El 5 de julio del 2012, el voluntario estaba trabajando, él regresaba de dejar un paciente en el Hospital Tony Facio en Limón, cuando recibieron la alerta de una persona que estaba herida de bala frente a una licorera en Batán. Pero como ellos estaban lejos, pidieron refuerzos, eso sí pusieron la sirena para tratar de ayudar y llegar al sitio.

“Cuando llegué todo el mundo se me quedaba viendo, pero nadie me decía nada, alguien me preguntó si sabía quién era y yo no tenía ni idea. Como ya habían trasladado al paciente me entró la curiosidad, entonces le dije a mi compañero que fuéramos un toquecito a la Clínica de Batán.

“Cuando llegué a la clínica le pregunté al doctor que si había llegado un paciente baleado y me dijo que sí, pero que llegó muerto, ya lo tenían tapado, (se le quiebra la voz al entrevistado), le pregunté al doctor si podía ver quién es y cuando levanté la sábana me di cuenta de que el muerto era mi hermano menor. No le puedo describir lo que sentí en ese momento, es algo que jamás podré olvidar y que cargo día a día conmigo”.

El fallecido era Jorge Armando Barrios Batista, de 30 años.

Batista contó que él ese día estuvo hablando con su hermano durante un gran rato.

“Sin saber, ni pensar jamás en algo así, cuando nos despedimos, lo abrace y le dije que lo amaba y horas después lo había perdido. Ese día también me tocó decirle a mi familia, porque llegaron a la clínica. Mi mamá ha tenido que ser muy valiente, pero ella sabe que siempre fue una buena madre con él”, dijo.

Jorge recibió cinco balazos, según Miguel, su hermano llevaba días de andar muy enojado.

“Mi hermano y mi primo Eduardo, el que murió por el accidente del tren, era muy unidos, con frecuencia se les veía juntos por lo que la muerte de mi primo lo afectó mucho, mi hermano había amenazado a una persona, le había advertido que si se daba cuenta que habían matado a mi primo lo iba a buscar, y por eso lo mataron”, dijo Miguel.

El hermano cuenta que para su familia fue muy duro porque tuvieron que ir al juicio y finalmente, al asesino le dictaron doce años de cárcel.

“Fue muy triste, ese muchacho trató dos veces de escaparse de la cárcel y al final solo estuvo nueve años preso, me lo he topado por aquí y hasta le ofrecí ayuda para encontrar un trabajito, pero él no quiere”, dijo.

Miguel asegura que su hermano cometió muchos errores y tenía problemas con las drogas, pero su mamá siempre le permitía dormir en un sofá de la casa, trabajaba en una bananera.

“Hay muchas cosas en la vida que uno por más que le hacen mente no las logro comprender, mi hermano era un buen jugador de fútbol, jugó con Santos, y Benjamín “Mincho” Mayorga vino y lo llevó a Saprissa, pero luego se desvió del camino y perdió todo eso, hubiera llegado muy lejos él en el fútbol porque realmente tenía pasta para eso”, dijo.

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Para Miguel, estos recuerdos son duros, incluso él tiene un hijo de seis años al que le puso Jorge en honor a su hermano.

“Yo siempre cuidaba mucho a mi hermano, era el menor de cuatro. Hay cosas que no se olvidan, verlos a los dos ahí ya fallecidos, el impacto para mi tía, cuando mi primo cayó en la entrada a la casa y lo que a todos nos dolió”, dijo.

Miguel asegura que en su familia tienen a los dos muy presentes siempre y que cada vez que él puede se va a dar una vueltita por el cementerio.

Miguel comentó que son muchos los momentos que como socorrista lo han marcado sin conocer a las víctimas, pero sin duda, esos dos casos tan cercanos le dejaron una gran huella en su alma y en su corazón, las cuales vivió trabajando para la Benemérita, una de las actividades que más ama.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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