Carolina Soto es vecina de Esparza, Puntarenas, y desde hace más de dos décadas decidió entregar su vida al servicio humanitario a través de la Benemérita Cruz Roja Costarricense. Además de ser mamá, ha sido voluntaria, rescatista y coordinadora, con un solo objetivo: salvar vidas y aliviar el sufrimiento de los demás.
Ella llegó a la institución hace más de 20 años y, desde entonces, se ha preparado de manera constante en distintas áreas de la atención de emergencias. Es parte del equipo de intervención de Puntarenas, coordina la operación local en el comité de Esparza y también cuenta con formación en enfermería.
Su experiencia la ha llevado a estar presente en todo tipo de situaciones, desde incidentes comunes hasta rescates en estructuras colapsadas y operaciones acuáticas de alto riesgo. Su compromiso y deseo de superación la han llevado a recibir capacitación fuera de Costa Rica, en países como Chile y Ecuador.
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Además de ser voluntaria, Carolina se desempeña, laboralmente, en el Ministerio de Salud, pero nunca ha dejado de lado el papel más importante de su vida: el de ser mamá. Tiene dos hijos, Justin y Jorge, de 19 y 14 años, quienes son su mayor fuente de alegría y motivación.
La entrega de esta valiente cruzrojista no ha pasado desapercibida. En el 2021 recibió la Medalla Florence Nightingale, el reconocimiento internacional más importante para profesionales de enfermería.
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Historias como la de Carolina reflejan la esencia de la Cruz Roja Costarricense.