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Amigos se unen para revivir un clásico que por poco se convierte en chatarra

Ricardo Villanueva se unió con varios amigos para darle una nueva vida a su chuzo Volkswagen Safari

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El Volkswagen Safari muestra que la playa le sienta muy bien.

Ricardo Villanueva aplicó la frase “la unión hace la fuerza” para apoyarse en dos amigos y revivir un chuzo que estuvo cerca de terminar como chatarra.

En el Chuzo de la Semana les contamos cómo este Volkswagen Safari pasó de estar guardado en una bodega a ser un pegue en las playas de Tiquicia.

Todo empezó por un sueño de Ricardo de tener un Safari como colección, pero al ver que no pintaba fácil encontrarlo, le pidió ayuda a un amigo para conseguirlo, luego de varios años y mucha paciencia lo hallaron.

“Literalmente, fue una gran búsqueda; tengo un amigo llamado Fran Pineda, quien tiene un taller en Heredia, que restaura carros Volkswagen. Le puse de tarea que si él lograba conseguir una cosa (como es conocido en Estados Unidos) de esas, me lo hiciera saber. Así estuvo por tres años buscando y hasta que un día me llamó para decirme que había encontrado el carro.

El herrumbre le dio dolores de cabeza al grupo de amigos.

“Lo primero que me dijo fue que el carro no se movía, estaba hecho una una calamidad, pero que si lo quería, él tenía el número de teléfono. Así fue como cómo me fui a buscar este proyecto”, relató.

El carro estaba en una bodega en La Guácima de Alajuela, tenía más de dos décadas guardado, con un montón de herrumbre y hasta un nido de ratas, pero esto no le importó a Ricardo para comprarlo y la negociación salió mejor que lo que imaginó.

“Fue rapidísimo, porque el antiguo dueño no quería el carro, me dijo que en caso de no venderlo como carro, lo vendería como chatarra”, detalló.

Con el auto comprado, le empezó a dar vida a su proyecto con sus compas y luego de casi tres años de pulsearla, lo convirtieron en realidad.

Su interior quedó lo más parecido posible a su versión original.

“Yo le digo a la gente que fue un proyecto de amigos; mi amigo Fran del taller me echó la mano para encargarse de restaurar la parte mecánica, y Andrés, quien tiene un taller de pintura, también me ayudó con la carrocería para darle el look que actualmente tiene.

“El proyecto tuvo una duración de dos años y medio. Todos quieren el carro lo más original posible, pero en este caso no fue así por el nivel de herrumbre,. Así que tomé un esmeril y le corté toda la parte frontal, también los guardabarros que estaban destruidos”, describió.

Ricardo tomó su compu para plasmar cómo quería que quedara el carro, se inspiró en su pasatiempo de ir a la playa para que quedara chuzo.

“Normalmente, el plan de estos carros es que les bajan la altura con el suelo y quedan muy bonitos, pero al ver que con el mío no se podía, lo mandé hacía arriba. A partir de ahí le hicimos la estructura, con su jaula y le pusimos la tienda de campaña para utilizarlo en la playa y montaña.

“Hice todo el diseño por computadora para hacer la estructura, que lograra soportar todo lo que ya estaba destruido y darle firmeza al carro”, dijo.

Cuando lo tenía listo y luego de pagar los marchamos vencidos al Ministerio de Hacienda, se lo llevó a las playas de Guanacaste y Puntarenas para jalar miradas y logró su cometido, tanto así que hasta le ha tocado hacer de grúa.

“Gracias a su tracción trasera y su sistema antiguo de 4x4, cuando voy a la playa hay personas que meten su carro a la arena y la mayoría se quedan pegados; entonces el Safari se convierte en grúa. Hasta el momento, he sacado más de 14 carros en los últimos años”, finalizó.

Su tracción trasera le ha permitido sacar muchos carros que se quedan pegados en la arena.
Johan Rojas Ortega

Johan Rojas Ortega

Periodista egresado de la Universidad Latina de Costa Rica desde 2014. Con experiencia en coberturas y temas en deportes, judiciales, nacionales y sucesos para prensa escrita, radio y web.

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