Con ilusión y entusiasmo, Luis Alberto Orozco se va adaptando poco a poco a la vida en Pérez Zeledón, disfrutando de su familia, del club generaleño y de la oportunidad de dejar huella en el fútbol local.
El fútbol es una de sus pasiones, pero además es amante de la lectura y de la guitarra, un instrumento con el que encuentra tranquilidad al tocar sus notas musicales.
Luis Alberto está casado con Valeria y tiene un niño de cinco años, llamado Luis Javier. Confesó que su familia es su principal adoración y que, cada vez que tiene un espacio, lo aprovecha al máximo con sus seres queridos.
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Hace poco terminó de estudiar inglés y llevó unos cursos con el Barcelona online sobre Sicología del Rendimiento y Análisis.
El Chuleta, como le dicen, se confesó con La Teja y contó cómo la está pasando en suelo tico y qué lo motivó a hacer maletas y emprender una nueva aventura en Tiquicia.
Como jugador. El mexicano sumó minutos en clubes como el Cruz Azul, Monarcas Morelia, Mérida FC, León y los Dorados de Sinaloa. Como técnico estuvo en el Tlaxcala Fútbol Club y fue asistente de la Selección de Perú, en el 2022.
Luis Javier Orozco se confiesa
—¿Cómo la están pasando en Costa Rica?
Me siento muy feliz. Desde que llegué, tuve un recibimiento muy cordial de parte de la gente del club y del staff. Me ha gustado muchísimo Pérez Zeledón, su tranquilidad y el clima; vivimos muy contentos.
Junto a mi esposa Valeria y mi hijo Luis Enrique nos distraemos con las playas que están cerca, a unos 40 minutos, y nos han parecido lindísimas. Ya conocimos Manuel Antonio y Uvita.
No había tenido la oportunidad de conocer Costa Rica, ni cuando era jugador. La comida tica me está gustando mucho; soy fan del casado, me gusta más que el gallo pinto. En México no estamos acostumbrados a desayunar con arroz.
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Vivimos a cinco minutos del centro de Pérez, en Villa Ligia, y a cinco minutos del estadio; en la zona uno llega rápido a cualquier lugar. Todo se necesita. Al inicio costó trabajo; los cambios son normales cuando sacas a alguien de su hábitat. Hemos trabajado con él (su hijo) desde México para que pueda asimilar los cambios; tratamos de mantenerle los juguetes que venían de México, como parte de su sistema de pertenencia.
—¿Qué fue lo que le llamó de Pérez Zeledón y lo hizo venir al club?
Me llamó la atención la llamada de Robert Arias (gerente deportivo), que escuchara mi metodología. Me gustó que haya jugadores nuevos que buscan segundas oportunidades para alcanzar metas y objetivos, lo que hace de esto un reto más poderoso que me puede hacer crecer como técnico. La idea es ayudar a los chicos a que se puedan desenvolver.
Me gustaría dejarle al club algo importante. Me gusta cooperar, donde el material humano y económico se aproveche al máximo. En la vida no siempre se necesitan lujos para obtener lo que se quiere.
Pérez Zeledón es un club pequeño, si lo vemos desde la infraestructura, pero son muy ordenados, siempre todo está limpio; los jugadores se sienten cómodos, hay buenos vestidores y queremos aprovechar todo al máximo.
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—¿Cómo se siente con el rendimiento del club?
Estoy contento. Los resultados han ido de la mano con el trabajo. Sé que venimos de una derrota dolorosa con el Saprissa, pero el equipo se comportó a la altura y siento que se perdió no tanto por el funcionamiento.
Me encontré con un grupo muy sano y eso ha ayudado a que las cosas salgan mejor. Los muchachos entrenan bien; cada semana nos trazamos un objetivo y expectativas para hacerlo mejor cada jornada.
—¿Qué le ha parecido el fútbol de Costa Rica?
Me ha gustado el tema de la competencia dentro de la cancha; es fuerte la liga en cuanto a parámetros físicos. Hay otros países donde la infraestructura es más grande, pero la verdad, veo que hay jugadores con calidad.
A México llegaron grandes futbolistas ticos como Jafet Soto, Hernán Medford, Óscar Rojas, Joel Campbell, Francisco Calvo y ahora Keylor Navas. Se han adaptado fácil al fútbol mexicano y siento que deberían tener ambición de salir más seguido.
—¿Cómo es su relación con Francisco Calvo?
Con él compartí poco tiempo, dos meses, cuando estuvo en Juárez, y me llevé muy bien con él. Antes de llegar a Pérez Zeledón, cuando comencé a hablar con Robert, le pregunté a Francisco sobre Costa Rica y me dio muy buenos comentarios de la ciudad. Es amigo de un amigo mío, Javier Salas, y es un buen tipo.
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—¿Por qué le dicen Chuleta?
A mi papá, Luis, le pusieron así cuando tenía como cinco años. Mi padre quedó huérfano y sus tíos eran quienes lo cuidaban. Eran personas muy humildes; le daban frijoles de comer todos los días y un día les dijo que quería comer chuletas.
Ante la insistencia, un día se las compraron y le dijeron: “Ahí están tus pinches chuletas.” Yo fui heredando ese apodo; antes me decían “Chuletita”, luego “Chule”, y a veces no volteo a ver cuando me dicen Luis.