Lo único bonito es lo feo que se puso la cosa para los rojinegros. El “jogo bonito” del Palmeiras, a media máquina, significó un desastroso 6 a 0 para Alajuelense el domingo en el Nacional y un bañazo para el maltratado fútbol nacional, cuyas acciones se devalúan rápidamente después del pobre Mundial en Rusia.
Media docena de pepinos y pudieron ser más. El joven Adonis Pineda debe seguir arratonado por estar sacando balones del saco.
La vapuleada es un asunto serio que la Junta Directiva debe tomar con total seriedad porque los efectos secundarios pueden ser catastróficos, más graves que el sonado marcador.
Ante una paliza de esas empiezan los señalamientos entre los mismos jugadores. Si no hay una verdadera unión de grupo el camerino se empezará a agrietar. Deben ser autocríticos, cada futbolista asumir responsabilidades. El técnico Luis Diego Arnáez y Fernando Sosa pueden empezar a perder credibilidad con dos fogueos para el olvido (Rosario Central les metió 3) . Y el gerente Javier Delgado también tendría su cuota. Una cosa es llegar de apagafuegos, como sucedió el pasado torneo tras la tardía despedida de Nicolás Dos Santos, y otra comenzar con todo el recorrido.
Lo peor más allá de las dos derrotas es que el equipo manudo no demostró absolutamente nada.
La directiva y la gerencia también son responsables si la deblacle continúa, lo que mal empieza...