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Jugador argentino tuvo la ayuda de su mamá fallecida para hacer dos goles con la mano

El futbolista argentino Gustavo Bou confesó que anotó al mejor estilo de Diego Armando Maradona

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El futbolista argentino Gustavo Bou, aunque en talento no se compara con Diego Armando Maradona, campeón mundial en México 1986, tiene una historia similar a una de las tantas del Pelusa.

Maradona le mostró al mundo la “mano de Dios" en el estadio Azteca ante Inglaterra, en los cuartos de final de la Copa del Mundo azteca; mientras que la Pantera, como lo conocen, enseñó la “mano del Ángel”.

Para el jugador ese Ángel es su fallecida mamá, quien lo acompaña desde el cielo y “le echó una mano” dos veces.

La primera vez que Gustavo sintió que doña María lo ayudaba desde arriba fue en un superclásico de River Plate ante Boca Juniors en Mendoza. La Pantera tenía 19 años, sucedió el 24 de enero de 2010. El equipo que dirigía Leonardo Astrada perdía 1-0. Hasta que Rogelio Funes Mori bajó una pelota de cabeza, Bou se la llevó con la mano izquierda y definió cruzado ante el Pato Abbondanzieri.

La segunda vez la confesó hace pocos días. Ocurrió en la Bombonera, una tarde de septiembre de 2014. Racing y el propio Bou venían mal, cuestionados, el equipo había quedado eliminado de Copa Argentina contra Argentinos, había caído en el clásico de Avellaneda y las críticas eran fuertes, hasta que Marcos Acuña mandó un centro cruzado y la Pantera marcó con la mano izquierda.

Bou tenía 15 años cuando su mamá María falleció tras padecer una larga enfermedad. Cuenta el jugador, con los ojos llorosos, que lo último que le dijo ella fue que luchara hasta cumplir con el sueño de ser futbolista. Le aseguró, además, que lo acompañaría como fuera.

Bou, desde hace años, tiene un tatuaje con el nombre de su madre en el antebrazo izquierdo, sí, la mano de los goles en momentos clave, la mano del Ángel.

“Nunca había dicho que fue con la mano. Pero ese día en la Bombonera fue el partido del despegue del equipo y mío en particular. Me tiré para cabecear y como no llegaba metí la mano. El único que se dio cuenta fue Agustín Orión. Festejamos y rápido nos fuimos a la mitad de la cancha. En el vestuario nadie podía creer que lo había metido con la mano. Después cuando volví a mi casa me puse a pensar y me di cuenta de que había sido la ayuda de mi vieja. Se lo conté a mi viejo y a mis hermanos y ninguno dudó: fue un gol que hicimos entre los dos”, confesó.

“El fantasma de la mano de Dios me sigue a todos lados”, confesó una vez el búlgaro Bogdan Dochev, juez de línea del Argentina - Inglaterra. El árbitro de ese Boca-Racing fue Federico Beligoy.

“Una tarde fuimos al predio de la AFA para que nos dieran una charla los árbitros. Había pasado más de un año del partido en la Bombonera. Estaba Beligoy. Cuando terminó se me acercó y me preguntó si la había tocado con la mano. Me contó que era amigo de Orión y que cada vez que se veían, Agustín le decía que se había comido la mano. Le tuve que confesar que era verdad. Y también le expliqué lo del tatuaje”, detalla Bou.

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