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Mi Tata es un sobreviviente que salió adelante hasta de las llamas

Ford de 1934 tiene una impactante historia

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En los últimos meses les hemos mostrado algunos de los modelos de la impresionante colección de autos clásicos de don Juan Carlos Rojas, un vecino de San Sebastián con un garaje que, sin discusión, debe ser de los mejores en Costa Rica.

Como una manera para que muchas personas puedan ver de cerquita los chuzos, es que abrió una página de Instagram donde muestra las naves como parte de un negocio de alquiler de clásicos, sin embargo, el que le traemos en esta ocasión es tan especial que no se renta de ninguna manera.

Mi Tata, como don Juan Carlos le llama a un Ford de 1934, es la pieza más importante de la colección por varios motivos, fue el primero de los chuzos que forman parte de un garaje que fundó su papá, don Edgar Rojas, un auto que representó todo un sueño para la familia en aquel entonces.

Cuando el padre de Rojas falleció, en el 2004, dejó sus autos en manos de su hijo. Reconoce que de todos, al que jamás podría vender por ninguna situación, es a Mi Tata, como le llama en honor a él, una nave que le ha pasado de todo en la vida, pero siempre ha vuelto por sus fueros.

“Él inició la colección en 1975 con este auto, a él le gustaba mucho la serie Los Intocables y siempre quiso un carro como los que aparecían en la serie, este era muy parecido a esos y lo compró en Barva de Heredia. Lo tenía un señor al que convenció que se lo vendiera y así lo consiguió. Ver a mi papá con este carro fue una alegría, porque siempre quiso un carro así”, recuerda.

Cuando don Edgar compró el carro inició la primera restauración, lo pintó crema y le empezó a meter cariño para dejarlo como un ajito y andar todo orgulloso, pero años después ocurrió algo que los hizo a ponerse a trabajar de nuevo y más duro que antes.

“En setiembre de 1981 una empleada de la casa, que no estaba bien de la cabeza, nos quemó la casa con el carro adentro. Entonces un amigo al que le decían Calicho se lo llevó al taller en Aserrí y lo restauró y lo volvió a dejar otra vez cremita con guardabarros cafés. Hubo que restaurarlo todo”.

Por todo lo que pasó y significa, a don Juan Carlos lo une un cariño muy especial y de su colección es que el saca a manejar y pasear cada tanto, pues aún funciona como en sus mejores tiempos.

“Es todo un sobreviviente este carro, porque después, la tercera restauración yo la hice en 1997, ahí lo pintamos amarillo con uno aros más deportivos. Ya en ese tiempo mi papá casi no manejaba y entonces yo estuve a cargo de los cambios.

“El carro es convertible, tiene un marco metálico con el que se baja y sube la capota. Sin duda este es el que le tengo más cariño, que fuera el primer carro, que era de mi papá, el que él usaba, que lo quemaron, lo pudimos restaurar, luego ya me encargué de él, hemos pasado muchas cosas con él”.

La nave tiene un motor de mustang de ocho cilindros, el cual le añadió tiempo después junto a una caja de cambios, por lo que su manera de manejo es bastante diferente, por lo que no lo toca nadie más que él, además por todo lo que significa.

“Yo llegaba a un parque y me parqueba a un lado y me quedaba un rato, ponía música y la gente se sorprendía, era como si hubiera llegado una nave espacial, en los 80 no había carros antiguos en la calle, en aquella época era muy raro verlos. Todavía hoy la gente se sorprende”, añadió.

Hay chuzos que valen más por el valor sentimental que por cualquier inversión que se le haya hecho, es parte de las lecciones que aprendió Rojas con este.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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