El brasileño Romario, uno de los delanteros más temibles de la historia, le hizo frente a una pregunta bien incómoda, en una entrevista reciente para un canal de streaming de su país.
La consulta concreta pasó por un escenario imaginario: si tuviera que elegir entre vestir la camiseta del Real Madrid o la de la selección argentina, ¿con cuál se quedaría?
La respuesta del Chapulín sorprendió a más de uno: “¿Tengo que elegir? ¡Carajo!... Estas preguntas tuyas... Dos equipos geniales… Bueno, elegiría jugar para Argentina. Soy del Barcelona hasta la muerte”, exclamó, sin dudar demasiado.
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Lo sorprendente no fue solo la elección, sino el razonamiento detrás. Para Romario, antes que traicionar su vínculo con el equipo catalán, preferiría defender la camiseta albiceleste, pese a haber sido uno de los grandes rivales de la Argentina en la década del 90 y uno de los grandes ídolos del seleccionado de Brasil.
Una declaración que reúne, en una sola frase, la intensidad de la rivalidad con Real Madrid y la huella imborrable que dejó su paso por el Camp Nou.
Los duelos entre Romario y la Albiceleste
El exdelantero enfrentó en varias ocasiones al conjunto albiceleste. La más recordada fue en la Copa América de 1989, disputada en Brasil, donde entre él y Bebeto edificaron un triunfo contundente por 2 a 0 ante los campeones del mundo vigentes, con Maradona y Caniggia entre sus filas.
El Chapulín también fue clave para eliminar a la albiceleste un año antes, en los cuartos de final del torneo olímpico de fútbol de los Juegos de Seúl 88, en un encuentro que terminó 1 a 0 con gol de Geovanni.
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El amor entre Romario y el Barcelona
El amor de Romario por Barcelona nació en 1993, cuando Johan Cruyff lo incorporó al famoso Dream Team, procedente del PSV Eindhoven. Su adaptación fue inmediata: en su primera temporada, prometió 30 goles y cumplió con su palabra en 33 partidos. Eso le permitió al conjunto catalán ganar la Liga de España 1993/94.
Su dupla con Hristo Stoichkov y su capacidad para definir en los grandes partidos lo convirtieron en ídolo desde un primer momento. Especialmente, por su capacidad de marcar en los clásicos: le hizo cinco goles al Real Madrid en apenas siete encuentros, incluyendo un inolvidable hat-trick en el histórico 5-0 en el Camp Nou de 1994.
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Ese romance con el Barça, sin embargo, fue tan intenso como fugaz. Tras consagrarse campeón del mundo con Brasil en Estados Unidos 1994, la relación con Cruyff se resquebrajó y en 1995 emigró al Flamengo. Aun así, en solo un año y medio jugó 84 partidos, convirtió 53 goles y dejó una marca imborrable en la historia culé.