Sentado bajo un toldo en la playa, el “vigilante de tiburones” observa a los surfistas desafiar de nuevo las olas de agua color turquesa de La Reunión, una isla francesa en el océano Índico, donde este deporte se desarrolla a pesar del riesgo de ser atacados por los tiburones.
En Saint-Gilles-les-Bains, al oeste de la isla, fue suficiente para Yves Delapelin Dumont ver al observador de tiburones para echarse de nuevo sobre la tabla.
“Francamente, es reconfortante, todavía podemos disfrutar un poco del océano gracias al vigilante y al surfista seguro... Ya estás aquí, no pienses en el tiburón...”, afirma al salir del agua.
Para transmitir confianza a los amantes de las olas como él y a quienes se les paró la peluca por los más de 20 ataques de tiburones en esa isla desde el 2011. Once de esos ataques fueron mortales, razón por la cual la Liga de Surf de La Reunión lanzó en el 2015 lanzó el programa “Vigilantes de Tiburones Reforzados”, el cual está dotado de cámaras submarinas, drones, dos embarcaciones y siete buzos. En total, unas 20 personas vigilan durante cinco días a la semana el lugar.
“Tuvimos tres alertas el año pasado”, cuenta Bastien Cochoneau, un buzo de este equipo que suele vigilar en un sitio llamado Trois Bassins. Cuando ocurren estas situaciones “hacemos sonar la alerta y los surfistas son evacuados de inmediato”, explicó.
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Gracias a las personas autorizadas para esta tarea, que laboran en horarios específicos, muchos surfistas y bodyboarders aprovechan la oportunidad para lanzarse al agua y disfrutar.
“Yo me lanzo en momentos en que el agua está limpia y hay olas pequeñas”, afirma sonriente Alice Lemoigne, un longboarder profesional, quien admite que “aquí la pasión es más fuerte que cualquier otra cosa. Así que sigo navegando”, agregó.
Pero el temor sigue presente en el ambiente y lo confirmó el surfista amateur Marc Montaron, quien se atreve a surfear pero con un aparato electromagnético atado a su tobillo con el cual pueda repeler al tiburón.
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Actriz Briggite Bardot se disculpa
La exactriz francesa Brigitte Bardot, activa militante de la causa animal, presentó este domingo sus disculpas a los habitantes de La Reunión a quienes tachó de “degenerados”, justificando su rabia por la “suerte trágica” de los animales en esa isla.
“Mi única culpa es haber criticado a toda la población y herir a quienes no lastiman a los animales, así que les pido que me perdonen”, escribió en un comunicado Bardot.
“Sancionan violentamente mis palabras y no los actos que las causaron”, lamentó. Esta es una indignación que se ha estado gestando en mí durante 24 años, como una erupción volcánica, que explotó y por la que estoy sufriendo las consecuencias, pero al menos quizás hará reaccionar a aquellos que son responsables y que no hacen nada por mejorar las cosas”, agregó la actriz.
En una carta abierta al prefecto, la exactriz describió a los habitantes de La Reunión como una “población degenerada”.
“Los autóctonos mantuvieron sus genes (sic) de salvajes”, escribió la leyenda del cine francés en una carta fechada el 18 de marzo y publicada el martes pasado.
En esta misiva, Bardot, de 84 años, los acusa de albergar “reminiscencias de canibalismo de siglos pasados” y los califica de “población todavía impregnada de prácticas ancestrales y tradiciones bárbaras”.
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Condenada en cinco ocasiones por incitación al odio racial, sobre todo por sus declaraciones contra los musulmanes, Bardot tachó además a La Reunión de “isla demoníaca”.
También denunció la suerte supuestamente reservada a perros y gatos, lanzados al mar como cebo para atraer tiburones, así como las “fiestas indias tamiles con decapitaciones de cabras y machos cabríos en ofrenda a sus dioses”.
Por estas últimas declaraciones, Bardot fue criticada en diferentes tribunas del mundo del espectáculo y también por representantes políticos.
En las redes sociales, muchos habitantes de esta isla situada al este de Madagascar denunciaron el “racismo” abierto de la carta y su “incitación al odio racial”.