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Veterano de guerra todavía enamora a propios y extraños

Dueño confiesa que hasta los chiquillos se emocionan al verlo

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En la zona de Los Santos y en las montañas de Desamparados se pasea un chuzo que tiene mucho pegue entre los lugareños, se trata de un Jeep Willys modelo 1952, propiedad de don Melvin Vásquez.

Según este vecino de San Gabriel de Aserrí, este chuzo tiene unos detalles que lo hacen único. Melvin nos confesó que desde que encontró la nave su obsesión por chanearlo para sacar buenos piropos, no ha cesado.

“El carrito lo adquirí hace unos quince años, estaba estacionado en una bodega y tuvimos la posibilidad de sacarlo, generó gran revuelo porque otras personas lo querían, pero yo lo pude comprar, está totalmente al día. Lo uso para pasear en la zona de Los Santos, en Frailes y en Río Conejo”, contó.

Eso sí, para comprarlo, tuvo que invertir su buena platita para obtenerlo (no dio la cifra), pero no se arrepiente y cada vez que lo maneja se enamora aún más del carro.

“Con el transporte y todo el asunto, pagué como tres millones de colones, lo que pasa es que ponerlo en orden me salió como en un millón y medio de colones pagando las placas, ya que debía como 17. En realidad esto solo lo hace una persona a la que le gusta este tipo de cosas, al final termina siendo caro, pero le aumenta el valor al vehículo”, agregó.

Tener el chasis largo es la mayor particularidad del vehículo, según nos relató don Melvin, ya que de su tipo son muy pocos los que todavía están rodando. No se vendían al público porque eran para uso militar en la época de los cincuenta, eran muy usados para adaptarlos como ambulancias y por eso llama más la atención entre la gente.

En esa zona montañosa de Chepe es llamativo ver cómo por la influencia de la revolución del 48 hizo que a muchos les guste este tipo de carros, por eso el de don Melvin siempre llama la atención.

“Es todo un espectáculo salir con él de paseo, como la zona está muy arraigada con la revolución de Figueres, a todos ellos les llama mucho la atención ver el carro. Cada vez que hacemos un paseo tocamos el pito, saludamos a todo el mundo, para todo aquel que le gusta este tipo de experiencia es muy agradable”, dijo.

Los que se ponen más emocionados son los chiquillos, que hasta le piden permiso para montarse en el chuzo, y don Melvin con gusto los complace, haciendo que la aventura sea inolvidable para ellos.

Por eso le ha aplicado pocos cambios en la carrocería, solo les echó brillo a las partes con herrumbre porque no desea borrarle las huellas del pasado.

Entre los pocos cambios que le aplicó fue ponerle frenos de disco delanteros para mejorar su seguridad, porque los originales son muy inestables. Pronto le modificará la dirección.

Incluso hasta lo ha puesto a prueba para revivir sus viejas aventuras y el chuzo responde como si fuera un chiquillo.

“A varios amigos les digo que es un chapulín vestido de carro, porque cuando me ha tocado meterlo a bretear le he sacado barro como si fuera una vagoneta, la fuerza que tiene es increíble y pese a los años, sigue siendo robusto”, finalizó.

Johan Rojas Ortega

Johan Rojas Ortega

Periodista egresado de la Universidad Latina de Costa Rica desde 2014. Con experiencia en coberturas y temas en deportes, judiciales, nacionales y sucesos para prensa escrita, radio y web.

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