Francisco Carrillo Díaz tiene 28 años, vive en Alajuela, y todos los días se levanta a las 3:20 de la madrugada con una sola misión: mantener la ciudad limpia.
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Él es recolector de basura y reciclaje en una empresa privada, un trabajo que muchos dan por hecho, pero que requiere un enorme esfuerzo físico y emocional.
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“Primero, le doy gracias a Dios todos los días por el trabajito. Me levanto, reviso mi moto, me alisto y me voy para la empresa. Tenemos hora de entrada, pero no de salida. Nosotros somos como una ambulancia, si no llegamos, no se recoge la basura”, contó con orgullo.
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Trabajar para salir adelante
Francisco es padre de tres pequeños: uno de seis años, otro de tres y un menor de apenas dos añitos. Son ellos su motor y su razón para no rendirse.
“Son el motivo por el que me levanto todos los días, por mis hijos, por mi familia y para superarme”, expresó.
Actualmente, además de recoger basura, colabora en el área de reciclaje. Sin embargo, su jornada cambia según las necesidades del equipo.
“Hoy estoy supliendo a un compañero que está enfermo, pero normalmente, recojo basura desde las 4 de la mañana hasta que terminemos”, comentó.
Un ejemplo
Su sueño es estudiar mecánica automotriz para poder ofrecerle un mejor futuro a sus hijos.
“Quiero que ellos vean el ejemplo de uno, que sepan lo que cuesta ganarse el pan de cada día, y aprendan a valorar el esfuerzo”, dijo.
No todo ha sido fácil. Francisco recuerda una de las experiencias más duras de su trabajo:
“Una vez me corté con unas espinas que estaban revueltas con arena de gato. Se me infectó el dedo y casi lo pierdo. Pasé varios días en el hospital lejos de mi familia. Por eso siempre le pedimos a la gente que cierre bien las bolsas de basura y empaque los objetos que puedan cortar. Así evitamos accidentes”, manifestó.
Aunque su trabajo es pesado y muchas veces pasa desapercibido, Francisco no agradece la oportunidad que tiene de servir a los demás.
“Es un gran esfuerzo el que se hace todos los días, pero lo hago con amor. Este trabajo también es una forma de servir”, afirma con una sonrisa.
Francisco representa a cientos de recolectores que madrugan sin descanso para que las calles de Costa Rica se mantengan limpias. Hombres y mujeres que, como él, con sacrificio y humildad, se convierten en verdaderos héroes cotidianos.