Después de vencer el cáncer, doña Lidieth Rodríguez, vecina de Guápiles, decidió cumplir un sueño que había postergado por más de 40 años: sacar una especialización. Lo hizo no por necesidad, sino para demostrarse y demostrarles a sus hijos que nunca es tarde para empezar de nuevo.
En La Teja hablamos con esta valiente mujer, quien nos contó toda su trayectoria como estudiante y su camino lleno de desafíos.
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“Desde que salí del colegio yo quería estudiar Derecho, lo que pasa es que cuando lo terminé no lo pude lograr, ya que era de escasos recursos y en ese entonces era complicado”, recordó.
Esta vecina de Guápiles contó que en 1985 le ofrecieron una beca para seguir estudiando, una oportunidad que no dejó pasar porque sabía que podía construir un futuro mejor.
“La beca que me ofrecieron fue para estudiar Educación; era un programa especial que se llamaba Plan de Emergencias de Educación Primaria de la UNED. Ahí estudié educación y saqué el diplomado. Recuerdo que en ese entonces nos matriculamos unas 200 personas a nivel país y al final solo seis logramos graduarnos”, detalló.
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Después de concluir sus estudios en Educación, Lidieth concursó para dar clases.
“Me dieron propiedad porque cumplí el plan de estudios, pero esa semillita por querer estudiar seguía viva. Me volví a matricular e hice cuatro materias de Derecho, pero tuve que dejarlo todo porque me dio cáncer de ovario”, relató.
Para esta profe, lo más importante era su salud y su familia, por eso pausó sus estudios. Ya era mamá de cuatro hijos, así que se dedicó de lleno a ellos y a su trabajo.
Años después, volvió a retomar la U. “Me pasé de universidad, saqué el bachillerato en Derecho y seguí con la licenciatura, que terminé en otra institución”, contó.
Con el título en la mano, se incorporó al Colegio de Abogados, pero, como dicen, le quedó “la espinita” de sacar el notariado para complementar su especialidad en Derecho de Familia.
“Me matriculé en la Universidad Fidélitas y, finalmente, culminé la especialidad en Derecho Notarial y Registral”, agregó orgullosa.
Doña Lidieth llevó sus clases de forma virtual, lo que le facilitó estudiar desde Guápiles. Sin embargo, cuando debía viajar a San José, para entregar trabajos o reunirse con sus compañeros, lo hacía sin dudarlo.
“Me fue muy bien en todas las materias, en las clases y en el examen final. Ahora me encuentro haciendo las gestiones para inscribirme como notaria”, dijo con una sonrisa.
Un ejemplo para su familia
Esta mujer esforzada se pensionó hace 10 años, y asegura que su amor por el estudio no tiene nada que ver con lo económico, sino con el deseo de seguir aprendiendo y dar el ejemplo.
“También lo hice para enseñarles a mis hijos y a cualquiera que las cosas no se dejan inconclusas. Hay que tratar de concluir lo que uno empieza. La gente me pregunta por qué invertir tanta plata, y yo les digo que estudiar no es barato, pero cuando uno quiere algo, lo logra. No solo valen los títulos, vale el conocimiento”, expresó con firmeza.
A disposición
Con sus títulos y conocimientos, doña Lidieth quiere ponerse al servicio de su comunidad.
“Mi idea es prestar servicio social a las personas. Muchas veces la gente no hace un trámite porque no tiene quien la asesore ni el dinero para hacerlo. Dichosamente, aquí en Guápiles hay oficinas del Colegio de Abogados, y pienso acercarme para ofrecer ayuda”, contó.
Madre de cuatro adultos profesionales y abuela de seis nietos, se ha convertido en un ejemplo de esfuerzo y superación. Sus hijos siguieron caminos diversos: una es contadora, otra ingeniera en sistemas, una estilista y la menor es chef.
“Me siento orgullosa de haberles transmitido el valor del trabajo y la perseverancia. Ahora quiero inspirar también a mis nietos. Les prometí que si alguno decide estudiar Derecho, yo los apoyo”, dijo entre risas.
Durante su paso por la universidad, compartió clases con jóvenes, a quienes siempre aconsejaba estudiar con amor, actuar con ética y no rendirse.
“Les decía que se esforzaran, que este es su futuro. Todo lo que uno haga, hay que hacerlo con amor”, concluyó.






