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Los ticos estamos con la boca abierta por la destrucción de la Amazonia, el pulmón del mundo. Nos cuesta imaginar lo que ocurre en la infernal Australia donde las llamas han consumido el equivalente a los territorios de Costa Rica y El Salvador juntos. En contraste nuestro presidente Carlos Alvarado se presenta ante el mundo como un gran defensor de la ecología, y uno de nuestros caballos de batalla es el turismo ecológico. Pero mientras dormimos de ese lado, delincuentes finqueros, miopes y desalmados, destruyen fincas por las que han recibido millones de colones, de todos los ticos, para su conservación.