En el juego del amor las palabras: “aceptar o cambiar” tienen que estar profundamente equilibradas.
1. Todo ser humano, al inicio de la relación, define un perfil de la persona que quiere y el tipo de relación que se desea a partir del proceso personal de desarrollo, en el que se ha trazado una identidad emocional, social y definido, gustos, intereses y otras. No es una regla general, pero por ahí debería andar el patrón de selección de una persona para evaluar si es viable o no establecer una relación.
2. Muchos se enfrascan en una relación sin conocerse y ahí empiezan las luchas de poder, donde se quiere amar a otra persona, pero se desea que cambie muchas cosas: estilo de vida, principios, conductas, grupos sociales, intereses, actividades, gustos, preferencias. ¿Tiene sentido hacer esto?.
3. Amar implica aceptar, tolerar y comprender. Amar no puede estar asociado a soportar, aguantar o vivir para transformar a la otra persona.
4. Se debe amar la esencia del otro, aprender a respetar el cómo es y dejarse sorprender por lo que puede aportar a muchísimos niveles, porque en las diferencias, hay una oportunidad de enriquecimiento personal y para la relación.
5. Hay elementos que pueden pasar por propuestas de cambio, que podrían implicar mejoras. Por ejemplo, trabajar para mejorar temas de lenguaje, formas de comunicación, hábitos y algunas conductas, pero la esencia de otro debe respetarse.
6. Aceptarse no significa aguantar, ajustarse o anular la personalidad o los deseos, con el único objetivo de estar con alguien. Se trata de negociación, de ajuste, de conservar la esencia y dar paso a una visión constructiva del amor. Si la gente se enamora de alguien que no existe y luego va a pelear para cambiarlo, debería preguntarse, ¿realmente hizo una elección consciente?
7. Sobre este tema trabajaremos los sábados para hablar de amor sano y de amor simple, ese que nos haga crecer.