La desaparición de Raissa Suellen Ferreira da Silva, una joven bahiana de 23 años y reconocida participante de certámenes de belleza, mantuvo en vilo a Brasil durante una semana.
Sin embargo, la esperanza se desvaneció abruptamente el pasado lunes 9 de junio, cuando el caso dio un giro devastador: Marcelo Alves, un comediante local y amigo de la infancia de la víctima, confesó ante la Policía Civil de Paraná haberla asesinado.
Su cuerpo fue hallado al día siguiente, envuelto en una lona y enterrado en una zona boscosa de Araucária, en la Región Metropolitana de Curitiba.
Una Relación de confianza convertida en pesadilla
Raissa y Marcelo, conocido artísticamente como Alves Li Pernambucano, se conocían desde que ella tenía 10 años, forjando una relación de confianza que llevó a la familia de la joven a considerarlo una figura paternal. Él incluso la ayudó a establecerse en Curitiba hace tres años. Esta cercanía hace que la brutalidad del crimen sea aún más impactante.
Durante los días de búsqueda, Marcelo mantuvo una fachada de preocupación, comunicándose con la familia de Raissa e incluso ofreciéndoles alojamiento. “Mintió todo el tiempo. Decía que me ayudaría a encontrarla”, declaró Herbert Guilherme, primo de la víctima, quien hoy se enfrenta a la cruel verdad de este engaño premeditado.
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La escalofriante confesión: rechazo, ira y estrangulamiento
Las investigaciones revelaron que el mismo día de la desaparición de Raissa, el 2 de junio, Marcelo la citó con el pretexto de ayudarla a conseguir un empleo en Sorocaba. Tras almorzar juntos, se dirigieron a su casa. Fue allí donde, según su propia confesión, le declaró su amor. Al ser rechazado e “insultado” por Raissa, según su versión de los hechos, Marcelo “perdió el control” y la estranguló con una abrazadera de plástico.
Un audio enviado por Marcelo al abogado de la familia, grabado mientras Raissa aún figuraba como desaparecida, ya había levantado sospechas por su tono ambiguo, a pesar de sus negativas de haberle hecho daño. “Todos los ojos”, respondió el comediante al ser preguntado si alguna vez la había mirado con otros ojos, un fragmento que hoy resuena con una oscura ironía.
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Encubrimiento y la inesperada participación de un hijo
Tras cometer el crimen, Marcelo dejó el cuerpo de Raissa en su casa por unos minutos antes de envolverlo y pedirle ayuda a su hijo para trasladarlo en el maletero de un vehículo prestado. Juntos, condujeron hasta la zona boscosa donde enterraron el cadáver. El hijo, cuyo nombre no ha sido divulgado, fue detenido por ocultación de cadáver y posteriormente liberado bajo fianza. La Policía Civil continúa investigando su grado de participación.
Marcelo Alves ha sido formalmente acusado de homicidio calificado y ocultación de cadáver, y se encuentra recluido en la Cárcel Pública de Curitiba. Su abogado defensor argumenta que el crimen no fue premeditado, sino un acto bajo “emoción violenta” tras una supuesta provocación, buscando reducir la pena.
Este caso ha sacudido a Brasil, no solo por la crueldad del acto, sino también por la traición a la confianza y la cercanía entre víctima y agresor.
La historia ha reavivado el doloroso debate sobre la violencia de género y la urgente necesidad de reforzar los mecanismos de protección para las mujeres.
La Policía Civil de Paraná sigue recabando evidencias para esclarecer cada detalle de este impactante crimen que ha dejado una profunda herida en el país.