Hoy seguimos como país trabajando y procurando resolver este tema que a todos nos tiene las emociones de punta.
La vida nos cambió y estamos en momentos en los que más allá de la angustia, la tristeza y la preocupación a muchos niveles: laboral, financiera, familiar, entre otras, tenemos que revisar nuestras actitudes:
1. Tenemos que seguir adelante.
2. Debemos vivir todo este proceso desde la fe.
3. Ser optimistas.
4. Ser realistas
Tratar de que nuestras vidas se normalicen, con trabajo, esfuerzo y dedicación, dentro de las variables que podemos controlar. Aunque todo sea oscuro tenemos que seguir unidos, como nación, como familia y fortaleciendo los lazos de la esperanza.
Sí, es difícil, tenemos miedo y se nos han complicado las finanzas, dejamos de ver a los amigos y de compartir en familia, pero hay que seguir luchando.
Son momentos para ser cautos, respetar las normas de salud y asumir algunas restricciones, pero todo desde el amor y la fe.
Este es un momento clave para hacer una revisión profunda de nuestro estilo de vida. Empezar a cuestionar qué es lo esencial y qué no es necesario.
Podemos aprender el valor de la sencillez, la mesura y la austeridad, pero siendo generosos en sonrisas, buenos momentos, actitudes que a todos nos llenen de amor.
Es momento para empezar adaptarnos a nuevas circunstancias, crear nuevos procesos, que nos pongan frente a nuestra creatividad para tratar de reinventarnos. Esto implica modificar nuestros pensamientos, nuestra forma de ser y de actuar.
Hoy estamos llamados a una vivencia plena de nuestras mayores riquezas: salud, compartir con los que amamos, valorar lo que tenemos, en lugar de vivir desando lo que no tenemos.
Hoy es un momento para conectar con la fe, el trabajo, la solidaridad, la humildad, la apertura a lo nuevo y empezar a dejar atrás viejos hábitos para crear nuevas formas de vida que nos hagan caminar en paz.