El reconocido retahilero Max Barberena se prepara para vivir nuevamente la paternidad, con pañales, cólicos y trasnochadas, ya que su esposa, Melissa Calderón, está esperando un bebé.
Será el segundo hijo de la pareja tras el nacimiento de Sara, hace cuatro años, y el tercero para Max, quien ya es padre de Nathaly, una abogada de 23 años.
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A finales de setiembre, el integrante de Toros Teletica anunció públicamente la feliz noticia de que se convertiría en padre nuevamente, algo que le había pedido a Dios desde hace dos años.
Mensaje celestial y nombre elegido por Dios
En conversación con La Teja, Max Barberena contó cómo recibió un mensaje celestial que le confirmó el embarazo de Melissa antes de cualquier prueba médica.
“Nos dimos cuenta de la hermosa noticia de que Dios había dicho que sí (a tener otro hijo)”, relató el guanacasteco, de 42 años, emocionado por la llegada del pequeño.
El niñito se llamará Josué, un nombre que no escogieron los padres, sino que, según Max, fue Dios quien lo eligió. Se espera que el bebé nazca entre mediados y finales de enero de 2026.
Max Barberena: “Teníamos el nido vacío de bebé”
- ¿Cómo describe el momento por el que está pasando?
Hermoso. Nosotros teníamos el anhelo de ser papás de nuevo y veníamos orando, literalmente, como hace dos años por el nuevo bebé y esperando que Dios contestara, y nos dimos cuenta de la hermosa noticia de que Dios había dicho que sí, porque no hay otra forma que se dé la vida. Fue una buena alegría. Nos hicimos los primeros exámenes y nos sostuvimos un poco porque siempre los primeros tres meses el doctor le dice a uno que se cuide y haga todo el control y ya cuando pasaron los tres meses decidimos compartirlo.
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- ¿Cómo se dieron cuenta de la feliz noticia?
Algo muy curioso fue que, antes de saber que estábamos embarazados, yo estaba orando mucho por eso y una noche, momentos de esos que uno dice que son una diosidencia, Dios puso la certeza de que íbamos a ser papás. Hay un versículo hermoso que es Josué 1:9, que dice ármense de fuerza y sé valiente.
Yo venía como decaído y cuando leí ese versículo fue como una bocanada de aire y dije que había que ser valiente en la vida y esperar la respuesta de Dios. En eso me trajo el pasaje de Josué y no sé por qué le dije a Melissa ese día que estaba seguro que Dios me dijo que íbamos a ser papás, que sería un niño y que le pusiera Josué. Así de concluyente era. En su momento fue una locura decir eso, pero luego fue hermoso darse cuenta que ya estábamos embarazados.
- ¿Entonces le pusieron Josué por el versículo bíblico de esa noche?
Ese nombre no se negoció, aquí no se buscaron nombres, solo existió un nombre de hombre que era Josué, ni siquiera buscamos nombres de mujer ni otras opciones de hombre.
- ¿Quería ser papá otra vez porque buscaba tener un varón o solo quería ser papá de nuevo?
Quería ser papá de nuevo porque creo que tener otro bebé en la familia nos hacía falta, teníamos el nido vacío de bebé, pero en el fondo sí quería tener la oportunidad de tener un varón porque todos los niños son diferentes. En el fondo sí, a uno le queda el gusanillo de tener la parejita para Sara porque Nathy ya está grande. Es muy chiva criar un varón en la casa, aunque dicen que los varones somos más desastrosos.
- Guardaron la noticia por mucho tiempo, ¿cómo hicieron para que no se filtrara antes?
Cuando hicimos la actividad de revelación de género no habíamos hecho nada público, lo habíamos tratado de mantener en íntimo con amigos y familia. Primero esperamos que el doctor nos dijera que todo estaba bien y luego les fuimos diciendo uno a uno. Sara fue la primera, después Nathaly, después la familia de San José y después la de Guanacaste. Unos días después de la revelación de género viajamos porque ahora inventaron el “Baby Moon”, que es como ir con su pareja y disfrutar lo último que nos queda antes de entrar de nuevo a la rutina de las madrugadas, quisimos darnos ese espacio. Dimos a conocer la noticia durante el viaje cuando nos llegaron las fotos de la revelación.
- ¿Sara y Nathaly cómo están con la noticia?
Sara está superfeliz. Hay una actividad en la mañana que hacen en la escuela que es una oración. Una vez antes de pasar esto, la ‘teacher’ nos preguntó si sabíamos por qué estaba orando Sara, le dijimos que no y nos contó que por un hermanito. Ella venía con ese gusanito de querer tener un hermano. Está toda feliz, le pasa besando la panza a la mamá, dice que lo va a cuidar y ha sido muy bonito porque ha sentido que Dios le contestó la oración.
En el caso de Nathy también está superfeliz. Ella es superchiquillera, tiene esa facilidad con los niños y ahora con un hermano, está más feliz todavía.
- ¿Qué le ha notado diferente a su esposa en este proceso respecto al embarazo de Sara?
Los achaques a Meli le dieron un poco más fuertes esta vez, ya no tiene, fueron los dos primeros meses, pero sí fueron muy fuertes. Dicen que es por ser varón. También se le abrió más el apetito y eso casi no lo vivimos con Sara.
Y usted, ¿ya pasó por achaques o antojos?
Yo vengo comiendo rico desde hace tiempo (se ríe). A mí los antojos y los achaques nunca me dieron, ni con Sara ni ahora.
- Como esposos, ¿cómo se sienten con la llegada de un nuevo hijo?
Era un anhelo que teníamos los dos, entonces es muy chiva ver crecer la familia y cómo Dios le va dando responsabilidades a uno, porque cada uno es un soldadito que hay que ir formando. Lo asumimos como una responsabilidad, pero con mucha alegría. Digo que cada hijo tiene un área en el corazón de uno que cuando nace, Dios se lo desbloquea. Es una etapa nuestra que los dos habíamos coincidido en querer tener.
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- ¿Ya compraron algo?
Estamos en eso. Hay que decorar el cuarto porque ahorita no hay cuarto, hay que empezar a pintarlo y decorarlo. Estamos esperando estos últimos meses y revisando algunas cosas que quedaron de Sara.