El interés por los alimentos naturales impulsó el regreso de la masa madre, una técnica milenaria que volvió a instalarse con fuerza en panaderías, hogares y emprendimientos gastronómicos.
Este método, basado en la mezcla de harina y agua que fermenta sin aditivos, recuperó popularidad durante la pandemia, cuando muchas personas encontraron en la cocina una actividad cotidiana y buscaban opciones más saludables que los panificados industriales.
Un origen que se remonta al Antiguo Egipto
Diversas fuentes históricas señalan que la fermentación natural usada para producir pan nació alrededor del año 2000 antes de Cristo en el imperio egipcio.
La combinación de harina y agua habría fermentado de manera accidental, dando lugar a un precursor del pan que luego se cocinó y se convirtió en alimento básico.
Con el paso del tiempo, la técnica atravesó fronteras y evolucionó, pero mantuvo su esencia: un proceso natural que utiliza microorganismos presentes en el ambiente para transformar la masa.
Por qué creció su consumo
Especialistas en nutrición explican que este método siempre existió, pero tuvo un auge reciente debido al interés en hábitos de alimentación más conscientes.
La población empezó a buscar ingredientes nobles, con menos procesos industriales y con propiedades que favorezcan el bienestar general. En ese escenario, el pan artesanal elaborado con masa madre se convirtió en un símbolo de regreso a la cocina natural.
LEA MÁS: Ulicori pega el grito al cielo por la edad en la que los adolescentes prueban el alcohol
Beneficios digestivos y nutricionales
La salud intestinal es uno de los puntos más mencionados por quienes recomiendan este tipo de pan. La fermentación genera microorganismos vivos que actúan como prebióticos y estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas en el colon. Esto favorece la digestibilidad y ayuda al cuerpo a asimilar mejor los nutrientes. Además, la fibra presente prolonga la saciedad, lo que resulta útil para personas que buscan manejar su peso.
La fermentación lenta también influye en la tolerancia al gluten, ya que descompone los carbohidratos y facilita su digestión. Por esa razón, muchos consumidores sensibles encuentran en este pan una opción más amigable para su organismo.
Vitaminas y minerales esenciales
Los especialistas destacan que este pan contiene vitaminas del grupo B, fundamentales para generar energía, evitar la fatiga y colaborar en la protección celular.
También aporta minerales como potasio, que participa en la contracción muscular y en la regulación del ritmo cardíaco. El hierro contribuye al transporte de oxígeno a través de la hemoglobina, mientras que el calcio resulta esencial para la fortaleza de huesos y dientes. El magnesio favorece el equilibrio del sistema nervioso, y el zinc aporta a la cicatrización y al sistema inmune.
LEA MÁS: Amazon lanza su sección “Bazaar” en Costa Rica para competir con Temu y Shein
Cómo se crea la masa madre
El proceso de elaboración requiere paciencia. La preparación comienza al mezclar harina y agua tibia en un recipiente estéril que luego se cubre con un trapo y se deja reposar por 24 horas lejos de corrientes de aire.
Al día siguiente se vuelve a alimentar con más harina, agua y una cucharadita de azúcar, necesaria para impulsar la fermentación. Este procedimiento debe repetirse entre tres y cinco días hasta que aparezcan burbujas, una textura cremosa y un líquido marrón superficial que se debe retirar para no alterar el sabor del pan.
Conservación y diferencias con la masa clásica
Al utilizar la preparación, se debe separar una porción y conservar el resto tapado a temperatura ambiente o refrigerado si no se usará de inmediato. A diferencia de las recetas industriales, la masa clásica incorpora levadura comercial y aditivos que aceleran el proceso. El pan artesanal elaborado con fermentación natural evita estos componentes y ofrece un producto más nutritivo y sin conservantes.
*Esta nota fue hecha con ayuda de Inteligencia Artificial.


