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La historia del milagro que llevará a Monseñor Romero a los altares

“Si me voy a morir, mejor me pongo a rezar”, pensó Cecilia, quien se sanó aunque los médicos aseguraron que sería imposible salvarla

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“Si me voy a morir, mejor me pongo a rezar”, pensó Cecilia. Con la vista empañada y la presión arterial alta, escuchó que una mujer, quizá una enfermera, empezó a rezar con ella. “¡Cálmese, me decía. Yo la oía, pero no podía hablar. Y eso fue lo último que me acuerdo del quirófano”.

Cecilia Rivas de Flores ingresó de emergencia al hospital de Maternidad del Seguro Social salvadoreño con la presión alta y viendo luces el 27 de agosto del 2015.

La mujer, madre ya de un niño y una niña, tenía una cesárea programada para inicios de setiembre, pero su condición cambió los planes de los médicos.

Los doctores le diagnosticaron preeclampsia, por lo que hubo que hacerle una cesárea de emergencia… Luis Carlos, su tercer hijo, nació el 28 de agosto.

Cecilia no se había recuperado de la cesárea cuando empezó a sentir nuevas molestias, entre estas un dolor abdominal que hizo sospechar a los médicos que posiblemente se provocó una fisura en la vejiga durante la cesárea.

Cecilia volvió al quirófano. Esta vez los médicos se dieron cuenta de que tenía problemas con el hígado y un riñón. Así, le diagnosticaron síndrome de HELLP que agrupa síntomas que se presentan en mujeres embarazadas que padecen ruptura de glóbulos rojos, enzimas hepáticas elevadas y disminución de plaquetas. Es una enfermedad fulminante que se presenta en aproximadamente uno o dos de cada mil embazaros.

Como parte del tratamiento, le indujeron un coma y le empezaron a hacer hemodiálisis.

Alejandro Rivas, su esposo, no podía creer que un día ella estuviera contenta tras dar a luz a Luis Carlos, su tercer hijo, y al día siguiente estuviera en coma.

El médico le dijo que si creía en algo o en alguien rezara, pues médicamente había poco que hacer por ella.

Él se tiró al suelo y rezó. Tomó la biblia de su abuela y la abrió. Una estampa de monseñor Romero, que quizá ella había guardado ahí, cayó con la oración para pedirle su intersección. Alejandro y los hermanos de su comunidad se unieron en oración. El fruto de ello es que Cecilia salió pronto del coma y hoy agradece a Dios y al beato Romero por su salud y la vida de Luis Carlos.

El 10 de setiembre de 2015, Cecilia, a quien los médicos dieron nulas esperanzas de vida, salió del coma y pudo ver de nuevo a su esposo y a su bebé.

El cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez dijo que pruebas médicas, análisis, radiografías y otros documentos fueron enviados a Roma junto con testimonios para respaldar el milagro.

“Esto no tiene explicación científica, por lo tanto aquí actuó Dios por intersección de Monseñor Romero” , afirmó.

La mañana de este miércoles 7 de marzo, mientras preparaba panqueques para el desayuno de su familia, un mensaje de WhatsApp enviado por la secretaria de monseñor Rafael Urrutia la sorprendió: ¡Cecilia! ¡Cecilia! ¡El Vaticano hará santo al beato monseñor Romero!

Los panqueques se quemaron… Y Cecilia no pudo más que dar gracias y arreglar a sus hijos mayores para llevarlos a la escuela. Ella, Alejandro y Luis Carlos tenían que ir a la cripta y rezar. Como todos días, dar gracias por el milagro recibido, y advertir: “Aquí el importante es monseñor Romero, no nosotros”.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien defendió a los pobres y denunció la injusticia social y la represión militar en su país, fue asesinado el 24 de marzo de 1980, a sus 62 años, por un comando de extrema derecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital Divina Providencia.

Una Comisión de la Verdad creada por la ONU en 1993 responsabilizó de la muerte del arzobispo al mayor Roberto d’Aubuisson, fundador del derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), fallecido en febrero de 1992 de un cáncer.

Su muerte marcó el comienzo de una sangrienta guerra civil que duró hasta 1992 la cual dejó al menos 75 mil muertos y 7 mil desaparecidos.

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