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Pasó 18 años en la cárcel siendo inocente, fue liberado y ¡lo condenaron por otro delito!

Hombre pasó 18 años preso por un crimen que no cometió, fue liberado gracias al ADN y volvió a ser condenado, su historia inspiró un documental de Netflix

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La historia de Steven Avery es de esas que parecen inventadas para una serie de televisión, pero es totalmente real. Este hombre, originario de Wisconsin, Estados Unidos, pasó 18 años en prisión por un crimen que no cometió. Fue liberado gracias a pruebas de ADN y, cuando por fin parecía que iba a rehacer su vida, volvió a ser arrestado, esta vez acusado de asesinato.

El caso se convirtió en símbolo de injusticia, encendió un debate sobre la confiabilidad del sistema judicial estadounidense y hasta inspiró un exitoso documental de Netflix.

Steven Avery
Steven Avery fue liberado tras demostrarse el error y dos años después cayó de nuevo preso. (El Tiempo Colombia/El Tiempo, GDA)

En 1985, Avery fue detenido tras ser señalado de agredir sexualmente e intentar asesinar a una mujer. La víctima lo identificó como el agresor y, aunque más de 16 testigos aseguraron que él estaba a kilómetros del lugar, la justicia prefirió confiar en la memoria de la mujer.

Las pruebas forenses eran débiles, pero eso no impidió que fuera condenado. Tenía apenas 23 años cuando ingresó a prisión, dejando atrás a su familia, su esposa y sus hijos.

Durante casi dos décadas insistió en su inocencia. Organizaciones de derechos humanos tomaron su caso como bandera hasta que, en 2003, un nuevo análisis de ADN reveló la verdad: el verdadero responsable era otro hombre, Gregory Allen, quien incluso ya había sido detenido por delitos similares.

Ese hallazgo permitió la liberación de Avery y el mundo conoció la noticia de un hombre que había perdido casi media vida por culpa de un error judicial.

El impacto fue tan grande que Avery demandó al estado de Wisconsin por la millonaria suma de 36 millones de dólares (unos 18 mil millones de colones), buscando una compensación por los 18 años que estuvo preso injustamente. El proceso caminaba y todo apuntaba a que el hombre recibiría justicia económica y moral.

Pero la paz le duró poco. Apenas dos años después de salir libre, su nombre volvió a aparecer en los periódicos, ahora relacionado con un caso de homicidio.

Steven Avery
Las pruebas forenses eran débiles, pero eso no impidió que fuera condenado. (El Tiempo Colombia/El Tiempo, GDA)

En octubre de 2005, la joven fotógrafa Teresa Halbach, de 25 años, fue vista por última vez al salir hacia la propiedad de Avery. Había ido hasta allí para tomar fotos de un vehículo que él vendía.

Teresa nunca volvió a casa. Días más tarde, la policía encontró restos humanos calcinados y pertenencias de la muchacha dentro de la finca de Avery.

Con esa evidencia, los investigadores lo arrestaron junto a su sobrino Brendan Dassey, un adolescente con limitaciones cognitivas que terminó confesando bajo presión. Esa confesión ha sido cuestionada durante años porque, según expertos, se obtuvo de manera manipulada.

En 2007, un tribunal condenó a Avery y a su sobrino a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. La defensa denunció irregularidades en la investigación, recolección dudosa de pruebas e incluso posibles intereses en que Avery terminara tras las rejas, justo cuando demandaba al estado.

El caso habría quedado como uno más en los archivos judiciales si no fuera porque Netflix estrenó en 2015 el documental Making a Murderer, que relató con detalle la vida de Avery, su primera condena injusta y el polémico juicio por la muerte de Halbach.

La producción puso en la mira pública al sistema judicial de Estados Unidos, mostrando inconsistencias en las pruebas, contradicciones en los testimonios y la fragilidad de la confesión de su sobrino.

El documental convirtió a Avery en un personaje mundial, y miles de personas empezaron a pedir que se revisara su caso, convencidos de que fue víctima de una segunda gran injusticia.

Más allá de si Steven Avery es culpable o inocente del segundo delito, su historia deja en evidencia varias fallas que pueden arruinar vidas:

  • La dependencia de identificaciones oculares, que en muchos casos resultan poco confiables.
  • Errores forenses y malas prácticas policiales, que terminan inclinando la balanza contra los acusados.
  • El estigma social, porque una persona que ya fue condenada, aunque después resulte inocente, siempre carga con la sospecha encima.

Hoy, Avery cumple condena en una prisión de Wisconsin y sigue insistiendo en su inocencia. Sus abogados han intentado reabrir el caso varias veces, pero los tribunales no han cambiado el veredicto.

Su vida es un recordatorio de que la justicia no siempre es justa y que un error puede costar mucho más que años en prisión: puede destruir familias, reputaciones y futuros enteros.

Steven Avery pasó de ser un hombre común a convertirse en un símbolo mundial de injusticia. Y aunque su historia inspiró documentales, debates y protestas, para él sigue siendo una realidad que enfrenta cada día tras las rejas.

*Esta nota fue redactada con ayuda de la Inteligencia Artificial, con Información de El Tiempo de Colombia y fue revisada por un editor.

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