En el refugio de la Fundación Nórdicos de Costa Rica hay un perro que, pese a su nobleza y ternura, ha pasado más de dos años viendo cómo otros animales encuentran familia… mientras él sigue esperando.
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Se llama Oso, tiene 7 años, y en todo este tiempo nadie ha preguntado por él. Su pelaje ha visto pasar las estaciones tras las rejas, su mirada se ha acostumbrado a despedir amigos que se van y a recibir el silencio de las visitas que lo pasan por alto.
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En la fundación confiesan que su mayor miedo es que Oso muera ahí, sin conocer lo que es dormir tranquilo en un sillón, sentir el calor de una familia o correr libre en un patio propio.
“Oso merece pasar sus últimos años amado, en paz y sin rejas”, aseguran.
Por eso, buscan con urgencia una casa cuna o una familia definitiva que le cambie la vida para siempre. No necesita lujos, solo un lugar seguro, cariño y la oportunidad de ser parte de un hogar.
Si usted quiere ser quien le dé esa segunda oportunidad, puede escribir al 7287-8790.