En Villa Bonita de Alajuela vive uno de esos gatos que parecen sacados de un cuento, un minino criollo multicolor que nació casi por casualidad y terminó ocupando un espacio enorme en el corazón de toda una familia.
Se llama Muérdago y es, sin exagerar, el hilo de amor que mantiene unidos a sus papás y hermanos humanos.
Su mamá humana, Tania Flores, turrialbeña de pura cepa y licenciada en Turismo con énfasis en Administración de Hoteles y Restaurantes, habla de él con una mezcla de orgullo, agradecimiento y ternura.
“Muérdago es la alegría de la casa, llegó en un momento en que todos estábamos muy golpeados y sin querer se convirtió en el apoyo emocional de mi hija María Celeste. Él siente cuando ella está mal, se acurruca, la calma… es como si la cuidara”, cuenta.
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Pero la historia viene desde más atrás. La mamá de Muérdago, una gatita callejera llamada Luna, apareció abandonada en el INVU Las Cañas. Era chiquitica, bizca y nadie la quería. Cuando llovía fuerte buscaba refugio en la casa de Tania, quien no tardó en notar que esa bolita mojada siempre regresaba.
“Yo veía que venía y venía, así que empecé a dejarle comida, agua, una camita, y al final ella nos adoptó como familia. Era callejera, pero siempre volvía a dormir”, recuerda.
Luna, la gata sobreviviente
En plena pandemia del 2021, Tania y su esposo, Jerry Núñez, se mudaron a Guápiles. Ella no lo pensó dos veces: empacó y se llevó a Luna, aunque él le dijera entre risas que la estaba “secuestrando”.
Allá, la gatita hizo amistad con Riper, un conejo que estaba con la familia desde el 2017 y que era el adoración de la hija menor, María Celeste. Pero ocurrió una tragedia: unos vecinos dejaron veneno en el patio. Luna se salvó, pero el conejito murió el 9 de setiembre del 2022.
“Ese día lloramos todos, especialmente mi hija. Ella todavía lo llora. Fue un golpe muy duro para la casa”, dice Tania.
Meses después, Luna quedó embarazada y el 4 de diciembre nacieron tres gaticos navideños: Muérdago, Cometa y Cascabel. Con el regreso de la familia a Alajuela, en marzo del 2023, dos de los gaticos fueron adoptados y Muérdago se quedó. El destino tenía planes.
Lamentablemente, Luna desapareció el 3 de mayo del 2023 cuando entró a una casa ajena y la dueña de esa casa la botó del lugar. La familia nunca más la volvió a ver.
“Ahí se nos derrumbó el mundo otra vez. Pero al mismo tiempo, Muérdago se convirtió en nuestra esperanza. A todos nos abrazó sin palabras”, comenta.
Alma de perro, cuerpo de gato
Muérdago no es un gato común. Es un personaje. A Tania no le alcanza la voz para describirlo.
“Ese gato es un perro metido en cuerpo de gato. Le encanta mojarse, se queda bajo la lluvia como si nada, y cuando barro el patio, corre a revolcarse en las hojas. Es un show”, dice entre risas.
Lo llevan a un parquecito cercano, eso sí, con collar, camina como si estuviera entrenado y hasta ha viajado a Guápiles, donde se duerme en el carro sin dramas. En la casa tiene su propia rutina: se levanta a las 7:30 a.m. maullando por el desayuno y a las cinco de la tarde empieza a pedir que lo acuesten.
“Él sabe la hora de todo. Y aunque lo encerramos en la noche para que no agarre calle, pasa feliz en la casa. No se va para ningún lado”, afirma.
Es tan manso que, si escucha gatos peleando en el techo, se mete de un solo en su camita. Con los niños es un amor, y cuando llegan los papás de Tania, se tira panza arriba para que lo chineen. Se alimenta con su comida especial y uno que otro atuncito, y nunca se ha enfermado.
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La mascota médica de María Celeste
Lo más impresionante de Muérdago es su vínculo con la hija María Celeste. “Cuando ella está triste, él llega. Cuando llora, se le pega al ladito. Cuando duerme, se acurruca a la par. Es como si supiera que ella lo necesita. Es increíble”, cuenta la mamá.
Para una familia que ha atravesado pérdidas fuertes, este gatico criollo es más que una mascota: es un cuidador silencioso. Un compañero de vida.
Lecciones gatunas
Nada de esto vino con manual, pero la experiencia le enseñó más de lo que imaginaba a doña Tania.
“Aprendí que la comida de calidad hace toda la diferencia: su alimento especial y los atunes para gatos lo mantienen sano y con un pelaje precioso. También entendí que castrarlo fue clave para que se calmara y dejara de buscar calle”, explica.
Además, descubrió que los gatos no necesitan grandes cosas para ser felices. “Unas cajas, un patio con hojas, una ventana… eso es todo.
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“Pero lo que sí es importante es mantenerlos seguros en la noche, porque cualquier descuido puede ser fatal. Y por encima de todo está el cariño. Los gatos sienten, acompañan, sanan. Yo lo he visto con mis hijos”, reconoce la mamá humana.
Muérdago, sin proponérselo, se volvió el corazón blando de esta familia alajuelense. Los animales llegan cuando uno más los necesita, y este gatico lo demuestra con cada maullido.






