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Hombre dona hogar al Hospital de Niños y lo mantiene como Dios manda en Sagrada Familia

Jean Carlo Solano fue el angelito que inspiró el funcionamiento de ese lugar

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Un pequeño angelito que está en el cielo es quien inspira a un hogar a mantener a niños con enfermedades crónicas, como cáncer, problemas cardíacos y otros.

Se trata del hogar Jean Carlo Solano, ubicado en Sagrada Familia, una sitio aliado con el Hospital Nacional de Niños para recibir a niños y brindarles toda la atención que requieren, pero con una vocación especial.

Jean Carlo era un niño sano y feliz hasta los quince meses, cuando su estado de salud empezó a desmejorar. Al pequeño le diagnosticaron un cáncer linfático y allí inició una batalla contra esa enfermedad. Sin embargo, el niño nunca dejó de regalar sonrisas. Es decir, era un angelito también en vida.

El pequeñito siempre fue apoyado por sus padres Juan Carlos y Yolanda, sus abuelitos, sus tíos y por esa lucha y la actitud tan positiva que siempre brindó le pusieron ‘Tito Valiente’.

La batalla contra el cáncer duró cinco años y Jean Carlo se fue para estar con otros angelitos en el cielo, el 30 de noviembre de 1996.

Resulta que un tío de Tito que en ese tiempo vivía en el extranjero, tiempo después escuchó una voz que le dijo: “Ya has recibido mucho”. Ese hombre está convencido que fue la voz de Dios y ese mandato fue una semillita que germinó en su corazón.

“Tengo que hacer algo, pero ¿qué?”, dijo.

Por eso, el tío de Jean Carlo, quien no quiere revelar su nombre, compró un terreno en Sagrada Familia, lo equipó con todas las condiciones y lo donó al hospital como una retribución por el trato especial que le brindaron a su sobrino.

El hospital recibió el obsequio encantado, pero con una condición, necesitaban que alguien lo administrara y el tío de Jean Carlo levantó la mano para continuar con su buena acción. Luego de sacar todos los permisos para que el lugar funcionará como Dios manda, el lugar fue abierto y empezó a recibir chiquitos remitidos del hospi, lo que le llenó el corazón de felicidad.

"Cuando tengo problemas vengo aquí, me lleno de paz y me doy cuenta que lo que a uno le pasa no es nada”, dijo.

El sitio es financiado por Autos M y R, y nosotros en La Teja queríamos ver con nuestros propios ojos cómo es el lugar.

Lleno de amor

El Hogar Jean Carlo Solano está ubicado en una esquina en Sagrada Familia, 200 metros oeste de la iglesia católica, es de dos pisos, con diez dormitorios, una sala, un comedor, baños, una sala de juegos y un carisma de sus cuatro empleados que ahí nunca falta amor.

Ana Franco es la administradora, una señora que ha tenido que correr cuando a un chiquito le falta algo o tiene algún antojo.

Ellos reciben chiquitos remitidos por el departamento de Trabajo Social del Hospital de Niños para que duerman allí y al otro día vayan al hospital de nuevo a recibir la terapia o el tratamiento que haga falta. No son niños internados, pero que necesitan un lugar con condiciones para su recuperación.

En el hogar se puede quedar a dormir el cuidador del niño y hasta un niño más.

“Nos gusta recibir a familias de lejos, ayudar a los indígenas que deben recibir tratamiento, por ejemplo, un lunes, un miércoles y un viernes y no tienen dinero para quedarse esos días en San José y tampoco pueden devolverse a sus casas”, explicó Franco.

Pero también hay personas que viven en el área metropolitana que no tienen las condiciones para recuperarse en sus casas y los mandan al hogar.

"A veces vienen familias con una sola mudada y aquí muchas veces salimos corriendo a comprarles algo”, añadió doña Ana.

No quieren irse

El trato en el hogar es tan bueno que Julissa Cepeda, de 24 años, no quería irse y por una situación muy especial aún estaba allí, pese a que su hija Bridggitte González ya se había recuperado de una quemadura con plancha en la mano.

“Vivo en extrema pobreza, Trabajo social del hospital me mandó para acá y estoy con mi hijo, Daniel Pent, de año y siete meses. Será por un tiempo. Estoy bien aquí, lo tratan a uno superbién. Por mi no me iría”, dijo

Lillian Velázquez, de 35 años, era otra madre que estaba con su pequeña hija en el hogar cuando lo visitamos y se mostraba encantada de la atención y las comodidades.

“Vivo en un rancho en Purral de Guadalupe, mi casa no reúne las condiciones para que mi chiquita se recupere. Tiene microcefalia (cabeza más pequeña) y eso le ha generado otros problemas, cardíacos, por ejemplo”, dijo.

Si por doña Lillian fuera también se queda en el hogar, pero tiene otros hijos a los que no puede dejar solos.

El objetivo se cumple, Jean Carlo sigue robando sonrisas.

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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