César Augusto Figueroa, de 55 años, está sin brete y ni siquiera tiene un sitio donde dormir de forma permanente.
Por su condición no tiene para pagar un dentista o una consulta médica, al no tener seguro, ni le pasa por la jupa ir a un Ebáis.
Pero en el hospital Sagrado Corazón de Jesús, especial para indigentes, encuentra el remedio a todos sus males.
No solo le ven la dentadura y lo curan, también en una ocasión le trataron una infección de glándulas. Así alivia su dolor físico y, en esa atención tan especial que le brindan, dice encontrar un consuelo espiritual. O sea, le alivian el dolor del alma.
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“Prefiero venir aquí que a cualquier hospital o clínica. Es un trato más amable, más humanizado. Uno en esos lugares es una ficha, cuando lo atienden lo pasan y rapidito va para afuera”, dijo.
El hospital para las personas sin techo, creado en agosto del 2017 y ubicado 50 metros al norte de la escuela García Flamenco en el pleno corazón de la capital, ha atendido de enero a mayo de este año un total de 430 citas, que en la mayoría de los casos van por dolor físico, producto de pleitos entre ellos mismos o de gente que los agrade, a veces sin razón.
Pero el principal consuelo que encuentran es que allí hay alguien los escucha. No solo los curan, les dan tratamiento antibiótico o antiinflamatorio, sino que les prestan atención mientras son atendidos y eso es algo que agradecen en silencio.
De psicólogos
Greishel Cordero, médica general de dicho centro, dijo que ahorita les hace falta un psicólogo y que ella, sin tener la especialidad, debe hacer ese papel de forma apurada y no como se debería.
“Ellos van a un ebais o una clínica y piensan que por su condición son despreciados. Que los hacen esperar porque no los quieren atender y tal vez es que no saben que en emergencias todos tiene que esperar, pero los mandan de un lado a otro y ellos no pueden.
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“Ellos me cuentan sus cosas, qué hicieron en la semana y escuchamos, pero uno está deseando que pase el siguiente para ayudar en lo que uno realmente sabe”, dijo.
Y es que el tiempo apremia en el hospital de indigentes, ya que abre de 8 de la mañana a 1:30 de la tarde, con un doctor general, un odontólogo, una enfermera, un oftalmólogo y una farmacéutica. Siempre tienen que atender entre 15 y 20 personas en ese ratico.
El primer lugar de atenciones en el hospital son los dolores de articulaciones con 115, seguido de la micosis (hongos en el organismo) con 90 y de desnutrición con 63 casos.
Premio
En el caso del servicio de odontología, muchos llegan a buscarlo luego de años sin un tratamiento.
El doctor Yaco Ramos dice que poner calzas por falta de higiene dental es el procedimiento que más repite, pero también se dan muchas extracciones.
Sin embargo, cuando la persona está en un proceso de intentar dejar las calles y es consciente de lo que cuesta un tratamiento de esos, puede optar por una reposición de la pieza dental.
“Es como una motivación para ellos, para que lo pueden conseguir”, dijo.
Ramos cuenta con apoyo logístico del Laboratorio Ruth Arnold para poder hacer esos trabajos.
Comenzó con un pica pica
Juan José Vargas, fundador del hospital Sagrado Corazón de Jesús, comenzó de un pronto con un pica pica en diversas partes del cuerpo.
Lo que pasa es que Vargas saluda con la mano y abraza a los indigentes que llegan a comer y bañarse al Club de Paz, cuando fue al doctor le dijo que le habían pegado la sarna, según cuenta Rosibel Valverde, presidenta de esa organización.
Tras ese episodio, Vargas tuvo la idea de abrir un hospital y lo hizo en agosto del 2017, con la ayuda de voluntarios y colaboradores profesionales que quieran ayudar.