Esther Pocasangre logró un importante hito a sus 22 años: se convirtió en la primera estudiante en graduarse del técnico en mantenimiento aeronáutico en el Instituto de Formación Aeronáutica (IFA).
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Con un gran sentimiento de orgullo, la joven recibió su título en julio, tras tres años de mucho esfuerzo.
“Una vez que subí y recibí el título, me sentí muy orgullosa de lo que había logrado. No me lo podía creer, porque sí fue bastante duro llegar ahí, pero me siento muy alegre del logro. Definitivamente, sé que quiero continuar adelante, estudiando, porque no se para de aprender”, expresó.
Su interés por la ingeniería y las cosas técnicas la llevaron a formarse en mantenimiento aeronáutico. Sin embargo, ella nunca se imaginó que iba a estudiar esta carrera que hoy le da sustento.
La joven trabaja en Coopesa en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, dándoles mantenimiento a los aviones. Su labor es bastante importante, pues sin su aporte, las aeronaves no funcionarían.
“Al ser aviones grandes, se requiere de varios equipos que se dividen por zonas. Cada grupo está designado a darle mantenimiento a una zona. Por ejemplo, el de la cabina se encarga de limpiar las sillas, hacerles ajustes a las mesas de las sillas, que cada espacio esté bien medido, que las luces vayan bien conectadas al circuito, porque si no se queman; que el sistema de agua esté bien porque no puede haber fugas de agua”, explicó.
“Hay otro equipo que es de alas específicamente. Ellos se encargan de hacer ajuste de estabilizador y de alerones. También remueven todos los paneles de las alas; si hubiera que hacer reparaciones, las hacen y se vuelven a instalar nuevos. Hay otro que se encarga de acabados; por ejemplo, la pintura del avión, y otro que trabaja en los motores, como arreglarlos, cambiar el aceite y más”, añadió.
Al ser una carrera dominada por hombres, Pocasangre ignora los comentarios que resultan ser machistas. Ella sigue adelante, de pie en la lucha para ser una buena profesional cada día.
Su papá sembró la semilla
Antes de que estudiara esta carrera, la joven llevó un técnico en dibujo arquitectónico y trabajó en una constructora realizando los planos.
“Desde el colegio siempre tuve un interés por las cosas técnicas en general. Me gustaba mucho la ingeniería, me llamaba mucho la atención. En su momento, pensaba que, después de graduarme y ya trabajando, iba a entrar a estudiar una ingeniería o algo similar”, comentó.
“Cuando estaba en un viaje con mis papás, me parece, iba pasando un avión por encima y mi papá mencionó que si no me interesaba ser piloto o algo así. Pensé que era una idea interesante y me metí a investigar qué universidades o lugares daban esta carrera”, añadió.
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Pocasangre entró a la página del IFA y revisó todas las carreras que tiene. El técnico en mantenimiento aeronáutico le llamó mucho la atención. Cuando recibió las clases, quedó muy impactada, especialmente, con la importancia que tiene en la industria de la aviación, pues se asegura que los aviones estén en óptimas condiciones.
La vecina de Alajuelita comentó que durante varios años, ella tuvo que viajar a Pavas a trabajar y luego, a la sede del IFA en Heredia para recibir clases.
Entraba a trabajar a las 7:00 a. m. en Pavas y salía a las 4:30 p.m. Luego, debía manejar hasta Heredia para recibir clases. Al principio, entraba a las 5:00 p.m., pero luego el horario cambió a las 6:00 p.m. Salía de las lecciones a las 9:00 p.m. y debía manejar hasta su casa en Alajuelita.
“Fueron muchas desveladas y muchísima presa, pero gracias a Dios, se pudo sacar adelante la tarea”, comentó.
Ayuda económica
En su último año de carrera, ella tuvo un importante apoyo económico por parte del programa Girls with Goals de la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA), que promueve el desarrollo de la mujer en el sector de mantenimiento aeronáutico.
“Aparte del apoyo económico, recibimos también webinars y espacios en los que podemos compartir con ejecutivas experimentadas”, comentó.
Durante su carrera, el apoyo familiar fue muy importante para ella. En el primer año del técnico, sus padres la esperaron varias horas mientras Pocasangre recibía clases.
“Esperaban ahí tres horas para después llevarme a la casa. Mis hermanas fueron bastante alentadoras, todas me impulsaron a seguir adelante. En esos momentos, cuando se ponía difícil y uno quería renunciar, mis papás estuvieron ahí apoyándome. Se los agradezco increíblemente. Me siento muy bendecida”, expresó.
La vecina de Alajuelita alentó a otras mujeres a dejar de lado el miedo y lanzarse a hacer lo que quieren con determinación y mucho esfuerzo.
“Va a haber dificultades en el camino, pero esa valentía dentro de nosotras, nos impulsa a seguir y, pues, aquellas chicas que están pensando en alguna carrera dominada por hombres, hay que darle. No solo estamos impulsando la diversidad y la inclusión en un ambiente masculino, sino también estamos haciendo crecer la industria”, dijo Pocasangre.