En el barrio San Antonio de Batán, en Matina de Limón, donde la vida corre entre montañas y aire puro, una muchacha de 17 años puso su nombre entre los más destacados del país.
María Fernanda Fuentes Sandoval, estudiante del Colegio Científico Costarricense del Atlántico, se metió entre los 30 mejores promedios del examen de admisión 2025-2026 del Tecnológico de Costa Rica (TEC).
La joven sacó 776,89 puntos de 800 posibles, quedándose con el puesto 23 a nivel nacional, un triunfo educativo que la tomó por sorpresa, pero no por falta de trabajo, sino porque “a una nunca le cae completa la magnitud del logro hasta que lo llama el TEC”, reconoce.
“Fue una sorpresa muy bonita. Estábamos en la casa cuando llegó la llamada. Yo había revisado datos de años anteriores para tener una idea, pero igual cuando lo confirman, pega fuerte, es emocionante”, recuerda.
Para entender el nivel de nota que logró la limonense, basta decir que solo 30 estudiantes en todo el país se metieron al exclusivo listado de mejores puntajes.
El TEC explicó recientemente que el examen evalúa habilidades lógico-matemáticas y verbales de forma muy rigurosa, razón por la cual alcanzar puntajes cercanos a los 800 es un triunfo reservado para poquísimos.
Años de disciplina y una mente inquieta
El éxito de María Fernanda no nació este año: es fruto de una mezcla de disciplina, arte y ciencia que ha cultivado prácticamente desde niña.
“Fue una trayectoria educativa completa. El Científico me ha preparado en la manera de pensar y ver las cosas. Este año sí hice prácticas, cursos y estuve meses trabajando en eso, pero también años anteriores, con otras competencias y olimpiadas que me ayudaron mucho”, explica.
Su historial académico lo confirma. En la competencia internacional Canguro Matemático, de lógica matemática, ganó medalla de plata. En sétimo, obtuvo bronce en la Olimpiada Nacional de Matemática. Y, además, ha participado en varias actividades científicas y concursos del cole.
Como si eso fuera poco, la joven también tiene una vena artística muy marcada: tocó la flauta traversa desde que inició el colegio. Primero estuvo en el Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM) de Siquirres y después en el Preuniversitario de la Universidad de Costa Rica (UCR).
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“La música estimula áreas del pensamiento, ayuda a relajarse. Y aunque la gente no lo crea, el arte tiene mucha ciencia y mucha matemática. Tocar un instrumento exige disciplina, concentración, trabajo en equipo. Todo eso me ayudó muchísimo como parte de la preparación educativa”, afirma.
Cine, pintura y música de todo tipo
Aunque muchos creen que quienes sacan notas altísimas viven enterrados en los libros, María Fernanda demuestra lo contrario: es una muchacha completamente normal.
“Siempre me ha gustado leer, pintar, salir al cine con amigos… y de música escucho de todo, no tengo un género fijo”, cuenta entre risas.
También jugó voleibol desde la escuela hasta noveno año e incluso participó en Juegos Nacionales con un equipo de Batán.
La fuerza de la familia y el orgullo de una mamá
Detrás de esta historia hay también una familia que se ha fajado para que ella tuviera lo mejor posible. Su mamá, doña Sandra, explica que incluso en la escuela hicieron movimientos para darle un ambiente más sano y con más oportunidades.
“Han sido muchos sacrificios, mucha disciplina. Este logro significa muchísimo para nosotros. A pesar de estar lejos del Valle Central, sí se puede. Con dedicación, los muchachos pueden alcanzar lo que se propongan”, dijo la orgullosa madre.
María Fernanda pasó por la escuela del Catie, antes llamada San Diego, y luego estudió en el María Inmaculada. Cuando hizo el examen del Científico del Atlántico, sacó el segundo mejor promedio de ingreso, una muestra del camino que venía construyendo.
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Sueños en grande: biotecnología
Aunque todavía está valorando opciones, ya tiene un camino que le llama fuerte: biotecnología en el TEC. “Es una decisión importante que estoy analizando muy bien. El TEC es una gran institución educativa”, reconoce.
Lo único seguro es que la muchacha ya abrió puertas enormes para su futuro y dejó un mensaje potente para quienes creen que desde zonas rurales no se puede llegar lejos. “Sí se puede. No hay magia, es disciplina, constancia y aprovechar todas las oportunidades”, concluye.





