En Llorente de Tibás vive una perrita que parece salida de una historia de milagros. Se llama Venus y es zaguate pura sangre, tiene tres años y es la razón por la que en la casa de Francini Villalobos, de 31 años, siempre hay risas, travesuras y una bola rodando por el pasillo.
Nadie la esperaba, pero terminó convirtiéndose en la pieza que faltaba para completar un hogar lleno de amor. Francini cree que Venus llegó en el momento preciso para salvarle la vida.
Todo empezó en un grupo Scout de WhatsApp, del que forma parte Francini, ya que ahí compartieron la foto de una cachorrita que estaba disponible para adopción.
El hijo de Francini, Carlos Daniel, de 11 años, vio la foto y no dudó: “Mamá, ella es”. Y así la vida los juntó para ya no separarlos más hasta el día de hoy.
La mamá de Venus había sido rescatada de la calle, en Alajuela, y estaba embarazada, pero su historia fue trágica: tuvo 12 perritos y solo Venus sobrevivió.
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Un comienzo duro de verdad
Cuando Venus llegó, venía tan mal que daba demasiada lástima verla. Su mamita humana lo recuerda como si fuera ayer: “Parecía un cadáver pequeñito.
“Estaba en los puros huesos, llena de pulgas, débil, sin fuerzas para caminar, con las encías y la lengua blancas por la anemia. No comía absolutamente nada. Era como cargar un poco de aire. Realmente sentimos que se podía morir de un momento a otro”.
Esa primera noche le dieron Delactomy para intentar que recuperara un poquito de energía. Al día siguiente, directo al veterinario. Ahí empezó la misión de rescatarla: había que darle hígado cada dos horas, exactamente como si fuera un bebé humano, solo que aún más frágil.
“Le rogábamos para que comiera. A veces era apenas un bocadito, pero era suficiente para seguir”, cuenta Francini.
También le inyectaron vitaminas y con eso, el hígado y los cuidados, Venus fue tomando fuerza. Primero levantó la cabeza, luego dio unos pasitos y un día, como si nada, comenzó a mover la colita.
Aunque al inicio la mamá de Venus incluso quiso matarla (por eso llegó con mordiscos), la perrita se aferró a la vida. Y la familia se aferró a ella. “Sobrevivió para nosotros”, dice Francini con orgullo.
Nació dos veces
Cuando ya no se le marcaban los huesos, llegó la mejor señal de todas para que uno se dé cuenta que un perrito está mejorando su salud: las travesuras. Venus empezó a mostrar su verdadero carácter: curiosa, juguetona, noble hasta donde alcanza el corazón de un perro, incapaz de morder siquiera por accidente. Es una perrita que vive para pedir cariño y dar más del que recibe.
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La familia la describe como un miembro más, con su propio rol: el de hacer reír y repartir amor las 24 horas del día.
En la casa viven Francini; su esposo, Carlos Loría; el pequeño Carlos Daniel y la abuelita Julia Solano. Todos tienen historias distintas con Venus, pero comparten la misma frase: “Llegó a alegrarnos la vida”.
Con Carlos Daniel tiene un vínculo precioso. Andan siempre juntos. Él fue quien escogió su nombre porque ama los planetas. Venus, la estrella brillante del cielo… y también la del hogar.
Con mucho amor que dar
A pesar de ser un huracán en la casa, afuera es muy nerviosa. No le teme a los truenos ni a la pólvora cuando está dentro de la casa, pero afuera una simple hoja moviéndose la inquieta. Por eso la familia prefiere soltarla en el patio para que juegue sin estrés.
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De vez en cuando aún le dan hígado “por nostalgia”, porque es su comida favorita desde que le salvó la vida.
Consejitos para un zaguatico
Alimentación balanceada: se puede mezclar el alimento con verduras cocinadas en pura agua o un poquito de proteína sin sal para variar su dieta sin dañarlos.
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Menos baños, más cuidado: un baño cada tres o cuatro semanas es suficiente para no irritarles la piel.
Chequeos preventivos: aunque parezcan perfectamente sanos, una revisión anual evita sorpresas.
Un rincón propio: muchos perritos nerviosos mejoran mucho si tienen un espacio seguro en el cual refugiarse.
Juegos diarios: aunque no salgan siempre a la calle, quemar energía dentro de la casa ayuda a que estén tranquilos y felices.





