Las mascarillas quirúrgicas con las que ahora convivimos a diario tienen la gran función de protegernos del covid-19, pero según un estudio británico a los hombres además les echan una mano con su atractivo. O con que al menos parezcan ser más guapillos.
Para el estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido, se les pidió a 43 mujeres que calificaran del uno al diez a los hombres que consideraban más atractivos y les enseñaron imágenes.
Las opciones que les dieron fueron hombres con el rostro cubierto por una mascarilla quirúrgica, otros vistiendo una de tela, en otras imágenes el hombre se cubría de los ojos para abajo con un cuaderno y en otras salía a cara descubierta. Los resultados terminaron sorprendiéndolos.
Por mayoría
Los que resultaron más guapos ante los ojos del sexo opuesto fueron los que andaban las mascarillas quirúrgicas.
Tiempo atrás, cuando la pandemia no había puesto las mascarillas en nuestras vidas, alguien con cubrebocas de esos era más bien visto como extraño e incluso se pensaba si estaría enfermo.
Ahora es diferente. Alguien con mascarilla es visto como alguien que se cuida. Un caso aparte --pero que podría explicar eso del atractivo-- son los trabajadores de la salud, a quienes en todo el mundo se ha visto como héroes por la batalla que dan contra la pandemia.
O sea, el atractivo iría más allá de lo físico.
En el estudio, los que obtuvieron puntuación menor fueron los que andaban el rostro descubierto; se podría pensar que fue por el modelo o porque el cerebro asoció ese comportamiento con el de una persona “peligrosa” que podría contagiar a los demás al no protegerse.
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Supervivencia
La sicóloga María Ester Flores nos recuerda que, en medio de la pandemia, la mascarilla ha sido un objeto de un valor extraordinario.
“Toda la humanidad estaba en peligro de muerte y la mascarilla (unida al lavado de manos y el distanciamiento) fue lo que nos vino a salvar y en especial la quirúrgica porque vemos a los médicos y a más personal de salud (usándola)”, explicó Flores.
Añade que, a través de la historia, el atractivo ha tenido que ver con la cultura.
Dijo, por ejemplo, que en la cultura occidental ese atractivo se relaciona con la supervivencia y el cuidado del otro.
“Es atractivo el que usa la mascarilla porque se ve que está sanito, no me va a contagiar y va a tener buenos genes para la reproducción. El cerebro piensa que si no la usa debe tener todo el covid del mundo, que nos lo va a pegar y mejor no darle pelota, sea guapo o feo”, compartió.
Opina además que el mensaje que manda quien no usa la mascarilla es el de ser una persona rebelde, irresponsable y que no piensa en los demás.
Varios pasos
Margarita Murillo, doctora en Estudios de la Sociedad y la Cultura y sexóloga, coincide con Flores.
“(El uso del tapabocas) ha sido un proceso de adaptación a una situación de vulnerabilidad y el cerebro, ante esto, al principio entra en pánico, se paraliza. Luego entra en sabiduría y conecta con el amor. Esa adaptación fue ante una situación que nos ponía de frente a la muerte y por eso ahora una persona con mascarilla significa que me cuida y se vuelve atractivo”, explicó Murillo.
Añadió la sexóloga que quien usa mascarilla activa en el otro el apego, la seguridad y la protección, sensaciones que todos los seres humanos necesitamos.
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Fantasía
Michael Lewis, investigador británico y coautor del estudio del que hemos venido hablando, explicó que buscaban comprobar si el tipo de mascarilla que se usa tenía algún efecto en la percepciṕon de las personas.
La sexóloga Murillo añade: “La parte más primitiva del cerebro, que es la del deseo y la atracción, está asociada al ciclo reproductivo y es lo que nos mete en problemas porque es más impulsiva, como un anestésico.
“Estos dos elementos se asocian a la fantasía, y la persona en ese estado no ve, solo está, le genera placer y le quita el miedo”, agregó.
Ocurre que el cerebro humanos es juguetón y cuando se está frente a alguien a quien únicamente se le ven los ojos, “rellena” --por así decirlo-- la información que le falta para completar el rostro... Y pasa que completa la imagen con rasgos que le gustaría que esa persona tuviera, aunque muchas veces la realidad sea otra.
Ante el misterio se empieza la persona a preguntar ¿si le quito la mascarilla tendrá los dientes bonitos? ¿Me lo apretaré o no?”
— María Ester Flores, sicóloga