Grettel Umaña Méndez tuvo una ruda batalla contra el covid-19, tanto así que tuvieron que sedarla e intubarla debido a su delicada condición, pero increíblemente escuchar un audio de su nietica, Lhía, le dio las fuerzas que necesitaba para salir del coma y empezar a recuperarse.
La pequeña le mandó a decir que necesitaba que despertara porque quería que estuviera presente en su fiesta de cinco años.
La mujer, de 51 años, es administradora en una empresa de hojalatería que tiene el esposo, Randall Ferllini, en Coronado, donde se contagió, ya que un cuñado tenía el virus y llegó al lugar porque pensó que se trataba de una simple gripe.
“A inicio de mayo él empezó con una gripe y mi esposo y yo le dijimos que se fuera a hacer la prueba, pero él nos dijo que en la clínica le decían que si no le faltaba el aire no se la hacían. A los 22 días mi esposo empezó con síntomas, le dolía la garganta y le faltaba el aire, por lo que él y el hermano se hicieron una prueba en una clínica privada y dieron positivo”.
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Grettel dice que en ese momento ella no tenía síntomas, pero aún así el lunes 24 de mayo pagó para hacerse la prueba y dio positivo. Ya para ese momento habían cerrado la empresa con el fin de cumplir con la cuarentena.
“Por ahí del martes (25 de mayo) empecé a sentir dolor de garganta y fiebre y ya el miércoles me dio una tos increíble, era desesperante. Me llevaron al hospital Calderón Guardia y tenía la oxigenación en 82%, cuando lo más bajo en lo que puede estar es en 90%, entonces me internaron.
“Me sentía mal, no podía respirar, me ponían boca abajo para que los pulmones oxigenaran mejor y eso era todavía más aterrador porque sentía que me asfixiaba. Un día después de que llegué al hospital tuvieron que intubarme porque no había manera de que pudiera respirar”.
Corazón falló
Mientras estuvo intubada Grettel sufrió dos infartos, su neumonía se agravó, tuvo problemas renales e infecciones severas. Varios médicos pensaron que ella no lograría sobrevivir porque ya habían hecho todo lo que podían y no reaccionaba.
Estuvo sedada una semana y en ese tiempo los funcionarios del hospital mantuvieron comunicación con su esposo.
“Le dijeron a mi familia que podían enviarme audios y ellos lo hicieron todos los días. Recuerdo uno que me mandó mi nieta Lhía en el que me decía que tenía que despertar porque quería que fuera a su fiesta de cinco años y no sé si fue unas horas o un día después de escucharlo que desperté.
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“Cuando abrí los ojos estaba una doctora a la par y al verme empezó a gritar que había despertado, después llegó un montón de gente a revisarme, me preguntaron si sabía dónde estaba, pero yo estaba perdida, entonces me explicaron que me había dado covid y que me puse muy mal, me dijeron que casi muero”, recordó la sobreviviente.
Una enfermera le preguntó a Grettel si tenía hambre, pero ni siquiera eso entendió, su mente estaba tan afectada por la sedación y la falta de oxígeno de los últimos días que ni recordaba qué significaba tener hambre.
“Me dieron un colado y esa fue para mí el mejor manjar del mundo, me supo a gloria y pedí otro, pero me dijeron que no podía comer más.
Complicada recuperación
A partir de ese momento la valiente empezó un complicado proceso de recuperación. Primero la sacaron de la UCI y la pasaron a un salón y el viernes 25 de junio le dieron la salida para que terminara de superar las secuelas en la casa.
“Quedé bastante afectada, la parte derecha de mi cuerpo no la puedo mover bien, cuando camino tengo que hacerlo con andadera y voy arrastrando la pierna derecha y no tengo fuerza en los brazos. Me cuesta mucho dormir porque me quedó la sensación de estar amarrada, a uno le amarran las manos para que no se quite las mangueras.
“En cuanto a la cabeza ya estoy mejor, pero todavía tengo muchas lagunas, a veces estoy sentada y de un momento a otro me llega un recuerdo. He estado con mucha afectación en la garganta, me duele mucho y casi no puedo hablar, los médicos dicen que fue por estar intubada”.
Grettel dice que se siente muy afortunada de estar recuperándose porque llegó a creer que no lograría sobrevivir al coronavirus.
“Cuando uno no puede ni respirar piensa que va a salir del hospital en una bolsa negra, uno entra en pánico porque piensa que morirá sola en el hospital, ahí es donde las personas que trabajan se vuelven como la familia de uno, ellos son increíbles.
“Dios fue el que me libró de la muerte, tuvo misericordia de mí. Solo Él pudo levantarme de esa cama. La fiesta de mi nietica fue el domingo 27 de junio, le hicieron un almuercito en su casa y por supuesto que no pude ir, pero me la trajeron para que me tomara una foto con ella, venía vestida de Cenicienta y estaba feliz.
“Mucha gente ve que dan números de las personas contagiadas de covid, de las internadas y de las fallecidas, pero eso no les llega y siguen como si nada, ojalá que no tengan que llegar a una UCI para que cambien su forma de pensar y se empiecen a cuidar”.