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Hace un tiempo circuló la noticia de un accidente sobre el puente del río Torres. Un chofer de tráiler perdió el control del cabezal y el contenedor se abalanzó sobre una casa y, de no ser por una viga reforzada, la familia hubiese perecido.
Las coberturas posteriores recopilaron el relato de las víctimas. La madre de la casa dijo que muchos años antes, su esposo había destinado recursos y dinero para reforzar esa viga, bajo la premisa “por si algún día pasa algo”.
La historia tiene una serie de detalles que denotan la actitud de un hombre visionario. Sí, don Jorge es el protagonista de esta historia. En los años ochenta decidió construir una viga reforzada de concreto, entre la cochera y el cuarto de su hija, para proteger a su familia.
Hoy su hija, de 68 años, vio cómo su vida se salvó de un percance fatal, producto de esa iniciativa paterna. Ella resume la actitud de su papá en una sola frase: “pensaba que en el futuro dicha calle sería más peligrosa de lo que ya era”.
La obra de don Jorge tuvo que esperar 40 años para demostrar su utilidad, sin embargo,él sabía desde el momento que puso el último de los ladrillos de aquel muro, que desde ese día y por siempre su familia estaría protegida.
Las enseñanzas son enormes. Porque enseña a sus hijos a prever el futuro, “algún día esta calle será más peligrosa de lo que es” meditó en aquel momento. A esperar lo inesperado, “siempre vivimos con el miedo de que algo malo pase”. A prepararse con tiempo ante la adversidad “no es la primera vez que un camión se estrella contra una vivienda”.
Además, no solo se trata de pensar en hacer un muro, hay que hacerlo bien, y don Jorge lo hizo tan bien que el muro dio la talla cuarenta años después. Ese es el legado de un padre.
