Claudia Vargas es una nicaragüense que en 2018 llegó a Costa Rica. Tuvo que dejar su país porque su vida corría peligro, debido al conflicto sociopolítico por la dictadura de Daniel Ortega.
Llegó al país con el corazón hecho un puño porque, además de dejar su patria, se vio obligada a separarse de su mamá y sus dos hijos.
En su país celebran el Día de la Madre el 30 de mayo y este viernes fue para ella algo complicado porque tiene su corazón dividido en tres países.
Su mamá, Nubia, vive en Nicaragua y ella no puede viajar a verla porque el estar refugiada en Costa Rica se lo imposibilita.
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Además, su hijo Gabriel está en Estados Unidos y su hija Chantal vive en Bolivia y es probable que los vea hasta junio del próximo año que tienen planeado reunirse.
Pero además de eso, Claudia dice que ahora para ella y todos los nicaragüenses el Día de la Madre tiene un tinte triste.
“Desde el 2018 el 30 de mayo es una fecha bastante controversial en Nicaragua porque en ese año los nicaragüenses salimos a apoyar a las madres que habían sufrido la pérdida de sus hijos, a raíz de la cruel represión que se estaba viviendo y ese día hubo una masacre contra las madres, creo que eso es algo que no se va a poder borrar jamás”, dijo la mujer.
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Ella siempre piensa en sus hijos, los tiene presentes en cada cosa que hace, pero es estas fechas cuando esas emociones se vuelven más intensas porque, además del Día de la Madre, recuerda que fue un 3 de junio el día en que se separó de sus muchachos.
“El 3 de junio del 2028 mi esposo y yo decidimos que mis hijos se tenían que ir de Nicaragua; estábamos bajo mucho asedio, mucha persecución, mucha amenaza y temíamos por sus vidas. Los montamos en un avión con rumbo hacia Estados Unidos. Mi hija tenía 16 años y mi hijo 14. Ese día supe que nunca más íbamos a volver a ser la misma familia, quedé rota en mil pedazos”, relató.
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La separación fue muy complicada
La nicaragüense dice que separarse de sus hijos ha sido de las cosas más difíciles que ha hecho en la vida, pero lo hizo para protegerlos.
“El día que me separé de mis hijos fue como si los hubiera parido otra vez, el dolor que sentí fue tremendo. Yo llegué a Costa Rica el 11 de junio y tuve dilemas maternales superfuertes porque yo pensaba en traérmelos para acá, pero yo no tenía empleo, no sabía qué iba a hacer de nuestra vida, sentía que lo mejor era dejarlos en Estados Unidos porque estaban estudiando, pero me dolía estar lejos de ellos.
“Tuve que ir a terapia para aprender a llevar esa situación, y eso me ayudó a centrarme un poco, a entender que seguía siendo madre, que tenía que reinventar la maternidad a través de la distancia, y empezamos a poder hablar por teléfono, a manejar el vínculo a través de las pantallas, que era lo que estaba disponible”, manifestó.
En el 2020, Claudia y su esposo lograron reunirse con sus dos hijos de nuevo; lo hicieron para acompañar a Gabriel en su graduación de la secundaria.
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“Gabriel y Chantal lograron continuar con su vida, fueron muy resilientes, fueron un ejemplo para mí, porque ellos lograron salir adelante. Gabriel se graduó con honores, y aplicó a una beca y clasificó a una de las mejores universidades. Chantal se fue a vivir a Bolivia y ahí estudió Ingeniería Ambiental.
“El año pasado para diciembre, ya pudimos juntarnos aquí en Costa Rica por primera vez”, contó feliz.
Celebró pese al dolor y la distancia
El viernes 30 de mayo, Claudia encendió una velita por las madres que perdieron a sus hijos.
“Celebré, a pesar de que todos estamos separados por el exilio. Mis hijos están vivos, hemos logrado salir adelante, cada uno ha logrado también resignificar su exilio y han aprovechado las oportunidades que han tenido. Así que creo que sí, tengo razones para celebrar, porque además como madre creo que lo que más queremos es ver a nuestros hijos crecer”, aseguró.
La nicaragüense dijo que este Día de la Madre también recordó a todas esas madres que ya no tienen a sus hijos. Ella celebró porque, pese a la distancia, sabe que sus hijos están bien, cumpliendo sus sueños y superándose todos los días.