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“La pandemia de la covid-19 se extinguirá o atenuará, como sucedió históricamente a las demás. Lo que nos urge es la vacuna contra la indiferencia”.
Con esta reflexión el médico Oswaldo Gutiérrez Sotelo, finaliza su comentario publicado en La Nación.
Me identifico plenamente con ella e incluso voy más allá. Pocos meses después de que superemos este coronavirus, volveremos a ser los de siempre. Y es que las personas buenas y solidarias durante la pandemia ya eran buenas y llenas de grandes valores antes de la crisis sanitaria, son muy pocos los que cambiarán para bien en su forma de ver al prójimo.
Las grandes empresas y países volverán a la lucha de poderes, a recuperar no lo que económicamente perdieron durante el 2020 y parte de este 2021, sino lo que dejaron de ganar, porque las multinacionales nunca pierden.
Lo digo porque el egoísmo, ese sentimiento tan arraigado en el ser humano está a flote. “Por eso, a muchas personas de talante egoísta les cuesta entender por qué las autoridades restringen las aglomeraciones en bares y hasta en espacios abiertos, y protestan, encerradas en su estrecha mirada individualista; sin embargo, si les tocara vivir el drama de unos padres o abuelos contagiados, serían las primeras en exigir, incluso de mala manera, una presta atención médica, solidaria y humanitaria.
“Los más indiferentes, aun cuando lo experimenten en carne propia, no escarmientan ni siquiera con la muerte prematura de un ser querido, y poco o nada entenderán que los problemas comunitarios terminan afectando a los individuos, en especial a ellos”, dice el Dr. Gutiérrez, ¿para qué más?
