Como comunicador, una de las cosas más frustrantes con las que tengo que lidiar a diario es con la desinformación.
Pese a que mi labor es fomentar que la gente esté informada, lo que me inquieta no es que alguien no sepa algo, pues es normal; lo que, realmente, me carcome es que haya personas --y empresas-- que se dediquen a mentir y a desinformar, y como sociedad no hagamos nada para combatirlo.
Me refiero a los troles, una de las peores plagas a las que nos enfrentamos en la actualidad, y a la que les hemos dado --nosotros y las redes sociales-- la libertad de ser tan imbéciles como quieran.
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Perdón por el francés, pero es que no hay nada que me saque más de mis casillas que ver a un cobarde detrás de una cuenta falsa haciendo todo el daño que le plazca sin ningún tipo de consecuencia.
Insultos, calumnias, injurias, mentiras, desinformación. De un trol uno puede esperarse lo peor y, ¿saben por qué?, porque saben que detrás de una cuenta falsa no entran la vergüenza y mucho menos las consecuencias.
Lo “peor” que les puede pasar es que les cierren el usuario, pero en minutos se abren otro. Clonan nombres reales, fotos de personas existentes o, a veces, inventan una patética identidad que esconde sus inseguridades.
Atacan en manada al que piense diferente, ellos van al cuerpo, “a matar”. Y ni tan en comillas, porque muchos hasta amenazan con tal de silenciar las opiniones de las personas reales.
Hay una campaña llamada “no alimente al trol”, pero yo les propongo una aún más eficaz: ¡eliminemos al trol!
Exigencia social y responsabilidad de gobierno: combatir la desestabilización
Como sociedad debemos ser mucho más exigentes con las redes sociales y con los gobiernos, que se hacen de la vista gorda, con una problemática que sirve para desestabilizar países y hasta para poner presidentes con campañas sostenidas con mentiras.
Si yo no puedo andar por la calle con mi rostro tapado, insultando, difamando o amenazando personas, ¿por qué permitimos que ocurra en el mundo digital?
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¿Acaso no serían muchas más sanas las redes sociales si cada usuario estuviera obligado a poner su identidad real o a confirmar con algún documento oficial que es un ser humano real, educado y con moral?
El ejemplo de Pedro Sánchez y el fin del anonimato
La idea no es nueva, pero se habla poco de ella, sobre todo en Costa Rica. Uno de los que aboga por una propuesta similar es Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, quien en enero de este año propuso trabajar para poner fin al anonimato en las redes sociales.
“No se puede enviar un paquete sin presentar un DNI, una tarjeta de identidad, o comprar un arma, y estamos permitiendo que la gente en las redes sociales haga lo que quiera sin vincular sus perfiles a una identidad real“, expresó Sánchez en aquel entonces, durante su discurso en el Foro Económico Mundial.
Ahí les dejo la inquietud. Creo que ya es hora de que dejemos de permitir que las redes sociales sean el caldo de cultivo de sociedades cada vez más violentas y que quienes se dedican a sembrar odio, mentiras y a amenazar democracias, anden por las virtuales calles del internet como si nada.

