El aumento de peleas entre estudiantes y el número creciente de delitos cometidos por menores de edad dejan al descubierto la urgencia de hacer algo para disminuir la violencia entre la juventud.
Un conversatorio virtual llamado “Violencia y personas jóvenes: bienestar y cambio social”, organizado por la comisión de la Política Institucional de la Niñez y Adolescencia de la Universidad Nacional, trató el tema y habló de posibles acciones.
Rafael Segura, magistrado de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia y coordinador de la subcomisión Penal Juvenil del Poder Judicial, dijo en su exposición: “Sabemos que familia, escuela, iglesia y comunidad son elementos importantes para estructurar el comportamiento de la persona, pero si no existe familia protectora, si no existe una educación formal por medio de una escuela, si no hay ni siquiera un paliativo como es la iglesia y la comunidad, entonces qué podríamos esperar del comportamiento de esas personas”.
Para Segura, las medidas represivas no son efectivas para reducir la criminalidad y la inseguridad.
“Si no hay oportunidades, no hay forma de que los muchachos salgan con una visión diferente de la que abandonaron al momento de entrar a prisión”, subrayó.
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Por su parte Pablo Chaverri, académico del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (Ineina) y coordinador de la Política Institucional de Niñez y Adolescencia de la UNA, confirmó que medidas como penas de cárcel más fuertes, acceso y tenencia de armas, e incremento de policías en las calles, no conducen a la reducción del crimen ni la inseguridad.
“Para entender el desarrollo del comportamiento antisocial debemos ver a las personas dentro del contexto social en que se han desenvuelto; a mayor exclusión y desigualdad, más posibilidades de involucramiento en comportamientos antisociales y actividades delictivas”, advirtió.
Pasos a seguir
Chaverri propuso las siguientes medidas que han demostrado ser efectivas para avanzar hacia la reducción de la violencia y generar bienestar:
-Estimulación psicosocial temprana. Un estudio realizado en Jamaica, encontró que aquellos niños cuyas madres recibían entrenamiento en técnicas sencillas de estimulación psicosocial como el juego, la interacción, la conversación, la lectura, cuando son adultos tienen ingresos de cerca de un 25% superior a sus pares que no recibieron este tipo de intervención.
-Programas educativos para la crianza positiva. Estudio realizado en 2018 por el INEINA-UNA, evidenció que los programas educativos para la crianza positiva logran reducir el uso del castigo físico y, además, permiten aumentar el grado de satisfacción de padres y madres en el ejercicio de la crianza.
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-Entre más temprana la inversión, mejores resultados. El Estado debe procurar que desde los inicios de la vida, los niños y jóvenes cuenten con los servicios y apoyos que requieren, puesto que entre más temprano intervenimos en la vida de las personas, mejores tienden a ser los resultados a largo plazo y entre más tarde llegamos en la vida de las personas, más difícil es desarrollar habilidades, conocimientos, aptitudes y valores positivos.
-Sistemas interinstitucionales robustos. Las diferentes instituciones vinculadas a la niñez y adolescencia y juventud deben articular esfuerzos de manera estratégica para que puedan apuntar a las diferentes causas y factores predictores de fenómenos de violencia y exclusión social.