Hace unos días ocurrió otra lamentable situación relacionada con ataques de perro. Resulta que el sábado 23 de agosto se reportó un caso de una mordida de perro en Momentum Pinares contra una niña de 5 años.
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Este tipo de situaciones le pueden generar un trauma a los menores, así como a los adultos, por eso es que conversamos con una especialista en psicología para que nos contara el daño psicológico que le causan.
Mónica Rojas explicó que una mordida de un perro puede causarle afectación tanto emocional como psicológica a una persona, ya que puede despertar el medio o fobia a los perros.
“Muchas personas después de una mordida desarrollan ansiedad o rechazo hacia los animales. Si el acontecimiento fue muy violento, puede causar estrés postraumático. Tomando en cuenta si la mordida fue grave o dolorosa, puede haber pesadillas, sobresaltos, miedo a salir a la calle o recordar la situación”, dijo la psicóloga.
El trauma que se puede generar depende de su impacto, ya que todas las personas perciben las situaciones de manera distinta.
Adriana Vindas, psicóloga especialista en terapia asistida con animales y profesora de la Universidad de Costa Rica, señaló que también depende del historial de la víctima.
Por ejemplo, si le tenía miedo a los perros o historias de mordedura o familiares que fueron mordidos con anterioridad. Además, depende del tipo de mordedura que recibe, ya que el trauma puede ser aún mayor si termina en el hospital por exceso de sangre o la profundidad de la herida.
“Puede ser bastante traumática, y depende del abordaje que las otras personas tienen; por ejemplo, si las personas cuidadoras o alrededor se asustan y gritan o golpean al perro, será más impresionante si las reacciones son más reguladas emocionalmente”, dijo Vindas.
Algunos de los comportamientos que se pueden desarrollar tras una mordida de perro son miedo y ansiedad, estrés postraumático (TEPT), cinofobia (fobia a los perros) y alteraciones en la confianza y seguridad.
Además, puede causarle impacto en la autoestima y la identidad a la víctima, así como problemas emocionales.
Las psicólogas señalaron que el trauma para un niño puede ser distinta para un adulto, ya que interpretan el asunto de manera distinta.
“El niño lo interpreta como un peligro absoluto, ya que no logran racionalizar; por ejemplo, piensa que todos los perros son malos o que le puede volver a pasar. Mientras que los adultos pueden comprender mejor las causas del ataque y ponerlo en contexto, aunque igual experimenten miedo”, explicó Rojas.
¿Se puede tratar el trauma?
Las expertas comentaron que el trauma se puede ir trabajando en terapia; sin embargo, hay que respetar el ritmo de la víctima.
“Sí se puede trabajar en terapia, no es sencillo, y es probable que sea un proceso no tan rápido. Hay que respetar el ritmo que la persona que recibió la mordida puede llevar”, explicó Vindas.
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Por otra parte, Rojas comentó que el paciente debe tener acompañamiento por parte de su familia, amigos y personas del centro educativo, esto último si el afectado es un menor de edad.
¿Qué se debe hacer para evitar más casos?
La psicóloga y profesora de la UCR señaló que hay formas para evitar que se reporten más casos. Hay que explicarles a los niños que los perros no se tocan ni golpean ni empujan porque ellos no los conocen y pueden tener una reacción agresiva para proteger a su dueño.
Los encargados del animal también son responsables, pues deben conocer a su mascota y saber si son nerviosos o ansiosos frente a ruidos o grupos de personas, para no exponerlo en lugares aglomerados.
“El perro es un animal, por lo tanto, no tienen razonamiento como tal, sino que responde más instintivamente”, dijo.
También consideró que los espacios comerciales, que son “pet friendly”, deben velar también por el bienestar animal.
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