Este domingo la Iglesia católica canonizó a dos nuevos santos, y los dos murieron siendo muy jóvenes.
Uno es Carlo Acutis, un joven italiano que falleció en el 2006 cuando tenía solo 15 años y que es llamado “el influencer de Dios” porque usaba el Internet para evangelizar.
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De él se ha escuchado bastante porque su muerte es bastante reciente, pero del otro santo, llamado Pier Giorgio Frassatti, no se conoce mucho porque falleció en 1925.
Según informó el medio de comunicación Vatican News, Piergiorgio nació en Turín en 1901 en una rica familia. Su papá fue senador liberal, periodista, propietario del periódico “La Stampa”, mientras que su mamá fue una pintora muy reconocida, tanto así que el rey de Italia, Víctor Manuel III, compró uno de sus cuadros expuestos en la Bienal de Venecia.
En la casa de Frassatti no había un clima de fe y devoción, pero él sí fue volviéndose un hombre de Dios.
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No estaba de acuerdo con la forma en la que vivía en su hogar y no estaba satisfecho de pertenecer a una clase tan acomodada.
No era muy buen estudiante que digamos, pero logró entrar al Instituto Social de los Padres Jesuitas. Después del bachillerato, se inscribió en Ingeniería Mecánica con especialidad minera. Lo hizo para acercarse a los mineros que eran explotados.
El joven siempre buscaba estar cerca de los más desprotegidos y eso era motivo de un eterno pleito con su papá, quien le decía que era un vago y un inútil que se juntaba con gente de clase inferior. El ahora santo nunca se enojó por esas recriminaciones, al contrario, se sentía orgulloso y siempre respondía a los insultos con una sonrisa.
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Les ayudaba a los que tenían menos
Pero Pier Giorgio no se quedaba ahí, los más pobres eran su prioridad y les daba comida, ropa, madera, carbón, muebles, lo que ellos necesitaran, en eso se gastaba la plata que su familia le daba.
Pensó en hacerse sacerdote, pero al final se dio cuenta de que prefería ser laico, así que renunció a la idea. También renunció al amor de una mujer, Laura Hidalgo, de quien se enamoró para no dar otro disgusto a su familia porque era de una clase inferior y para no causar falsas ilusiones a ella.
Su muerte fue inesperada, en junio de 1925 la familia estaba preocupada por la salud de la abuela Linda, y le restó importancia al fuerte dolor de cabeza y la falta de apetito que tenía Pier Giorgio.
El día del funeral de la abuela, él ya no pudo ni levantarse de la cama, tenía una poliomielitis fulminante y nadie lo sabía. Murió cuando tenía solo 24 años.
Miles de personas asistieron a su funeral: la mayoría de ellas eran las personas pobres de Turín a las que había ayudado tanto durante su corta vida.