Según Tom Prinz en su libro "Madurez familiar", para poder cambiar y evaluar nuestra autoestima es necesario hacer cierta labor respecto a la familia de origen y determinar cómo se formó. Esto es como un paquete en el que usted colocan los sentimientos para consigo mismo.
Mirar su infancia es como abrir el paquete y ver todas las partes y cómo fueron colocadas. Entonces tendremos mayor control sobre el proceso de sacar las cosas que no nos gustan, reordenar el paquete y añadir más cosas positivas.
La autoestima proviene de nuestros padres, amigos, maestros, la televisión y la sociedad. Algunas veces perpetuamos la poca autoestima por la manera en que continuamos tratándonos y eso no es una costumbre saludable.
Su autoestima puede ser poca si sus padres lo comparaban con un hermano o hermana con mayor éxito, le hacían más críticas que elogios, le daban un amor condicionado en lugar de un amor incondicional. No aceptaban sus sentimientos o no le permitían expresarlos.
LEA MÁS: Temas de familia: Pasión por la vida
También porque no le permitían hacer cosas que usted era capaz de hacer por sí mismo. Estaban demasiado ocupados con su vida para responder a sus necesidades y sentimientos. Abusaron física o emocionalmente de usted.
Para sanar es necesario trabajar la idea que de niños no podían entender las conductas de los adultos, se quedaron con la idea de no merecer nada, ni un abrazo, y que el reto es darse cuenta ya de adultos que no hay nada malo en su ser ni en su niñez, ni ahora en el presente. Aceptar esta verdad es vital para cambiar.
Tomar en cuenta que la labor de profundizar o examinar la familia de origen no se hace para encontrar a quién echarle la culpa. Al contrario es darse cuenta que simplemente no tenían la razón, actuaron erróneamente, y aprender a ser uno mismo con sus virtudes y defectos.
…NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR…