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Todos los días mamá sube y baja más de 100 gradas con hijo con parálisis cerebral a cuestas (videos)

La valienta lleva a su muchacho a estudiar y se entrega por completo a él

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El amor de una mamá no tiene límites y doña Ruth Jiménez es uno de los mejores ejemplos para demostrarlo.

Cada 15 de agosto, cuando recibe felicitaciones por el Día de la Madre, a ella se le llena el pecho de orgullo y los ojos de lágrimas, porque pese a que le ha tocado una vida dura, con mucho esfuerzo ha sacado a sus dos hijos adelante.

El hijo mayor de Ruth tiene 19 años y se llama Dónald, él nació con parálisis cerebral y eso hace que dependa completamente de su mamá, hasta para ir al baño. El otro muchacho se llama Landon y tiene 15 años; está en el colegio y su mamá sueña con verlo convertido en todo un profesional.

Esta familia vive en una humilde casita en la ciudadela La Carpio y depende de la pensión que recibe Dónald, ya que debido a la condición del muchacho, su mamá debe dedicarse a él y no puede trabajar.

“Siempre he tratado de darle lo mejor a mis hijos. El mayor me necesita mucho y pese a su condición siempre lo he llevado a estudiar, porque también tiene derecho. Él recibe clases especiales en la escuela de la Pitahaya, en San José”, contó.

“Para salir de mi casa hacia la calle principal de La Carpio tengo que pasar por un callejón que tiene 100 gradas... Mi hijo tiene una silla de ruedas pero no la puedo pasar por ahí, entonces siempre una familia que vive antes de llegar a las gradas me hace el favor de cuidármela durante la noche”, agregó.

La ataca el dolor

La única manera en la que Ruth puede pasar las gradas con su muchacho es cargándolo a caballito sobre su espalda.

Como él ya tiene 19 años está grandote, lo que hace que la mamá llegue sin aliento a la casa.

“A veces no aguanto la espalda por el peso de Dónald. En el 2019 me caí con mi hijo... ¡Fue un susto terrible! Desde entonces me da un dolor fuerte en una rodilla cuando subo o bajo las gradas.

El cargar a su muchacho la causa a Ruth dolores de espalda

“Cuando voy a medio camino y siento que ya no puedo más, lo que hago es pedirle fuerzas a Dios... Él es quien me sostiene cuando yo ya no puedo más”, relató la valienta.

Una vez que Ruth y Dónald logran llegar al final de las gradas, recogen la silla de ruedas en la casa en la que la guardan y siguen su camino hacia la parada del bus. Si todo sale bien, el recorrido tarda cerca de una hora.

“Nos tenemos que levantar muy temprano, antes de las 5:00 am porque las clases son de 7:00 de la mañana a 12:00 del día. Yo me quedo esperándolo en la escuela, porque cuando él necesita ir al baño o que le cambien el pañal, yo tengo que asistirlo”.

Una vez que Dónald sale de clases, los dos agarran el bus que los lleva de regreso a La Carpio, pero a veces no es tan fácil.

“Nos ha pasado, sobre todo cuando está lloviendo, que los choferes no nos paran, seguro porque no quieren bajarse a subir la silla de ruedas. A mí me da mucha cólera, porque mi hijo tiene los mismos derechos que tienen las demás personas que van a trabajar o estudiar, no deben discriminarlo así”.

“Ahora que llueve tanto, más de una vez hemos llegado empapados a la casa, pero no quiero dejar de llevarlo a estudiar porque a él le gusta, se siente bien y eso me hace feliz a mí”, aseguró la mamá.

Ruth todos los días le dice a Dónald que siempre estará ahí para apoyarlo

Gran preocupación

Además, de las preocupaciones que tiene doña Ruth por las dificultades a la hora de transportar a su hijo mayor, también vive angustiada porque la platica apenas y le alcanza.

“En los últimos meses el arroz, los frijoles, las verduritas y todo lo que uno compra para comer ha subido tantísimo que la verdad me preocupa lo que vaya a pasar. A veces Dónald quiere que le compre carne porque le gusta mucho, pero tengo que decirle que no siempre podemos comprar, porque está muy cara”.

“Mi mayor sueño en la vida es tener una casita apta para Dónald, con una entrada en la que no tenga que pasar tantos peligros e incomodidades, porque todos los días cuando subo y bajo las gradas con mi hijo a cuestas me da miedo caerme de nuevo. Trato de cuidarme lo más que puedo, porque si a mi me pasa algo, ¿quién cuidaría a mi muchacho?”, dijo con tono de preocupación.

Si usted quiere echarle un empujón a esta familia, puede hacerle un SINPE móvil a doña Ruth al teléfono 7059-3832.

“Soy una persona sin estudio, no se leer, pero el amor que tengo por mis hijos es muy grande y por eso me esfuerzo cada día”.

—  Ruth Jiménez, mamá ejemplar
Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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