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El gesto de un buen samaritano le cambió la vida a un no vidente que sufría para llegar a casa

El señor con discapacidad pasaba unas congojas terribles porque los buses no le paraban

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Don Dagoberto Martínez Bejarano, de 70 años, es un no vidente que día a día se esfuerza por ganarse el sustento.

Don Dago, como le dicen de cariño, trabaja en el kiosco del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), donde venden galletas, jugos, agua y repostería.

Resulta que este ejemplar adulto mayor tenía problemas para regresar a su casa, porque cuando esperaba el bus en la parada de San Pedro de Montes de Oca, los choferes no se percataban de que él es una persona con discapacidad y no le paraban.

En esta historia entra José Manuel Gutiérrez Rojas, quien tiene diecinueve años de trabajar en el IAFA. Sus funciones se relacionan con la reproducción de documentos en Servicios Generales de la institución. Sacar copias, empastar documentos, imprimir materiales del IAFA son solo algunas de las actividades que realiza todos los días.

Iniciando este 2023, José Manuel se dio cuenta de las congojas que pasaba don Dago para llegar a su casa y decidió ayudarlo.

“Al percatarme de esta situación, y a sabiendas que don Dago es una persona no vidente y además adulta mayor, me propuse buscar una manera para ayudarlo. Durante toda la noche pasé maquinando qué hacer y fue cuando se me ocurrió hacerle un rótulo que indicara su destino de una forma llamativa y que hiciera ver su discapacidad”, contó el funcionario.

El rótulo que hizo José Manuel mide 26 centímetros de ancho por 28 centímetros de largo, lo hizo en plástico resistente para mayor duración, usó tonos anaranjados, simbología de persona con discapacidad y ahora don Dago lo porta en las paradas con gran orgullo y sobre todo utilidad.

“Este rotulito que me hizo José tiene un gran valor para mí. Es muy importante porque para un no vidente como yo, tomar el autobús se hace casi imposible porque uno escucha que pasan los buses, pero no ve cuál es el que le sirve. Cuando hay personas en la parada algunas lo orientan y ayudan; sin embargo, cuando no hay nadie todo se dificulta, más en tiempo de invierno. A veces yo esperaba hasta dos horas y se me hacía muy tarde para llegar desde San Pedro hasta Cocorí de Cartago, donde vivo”, relató el adulto mayor.

Don Dago está más que agradecido con el buen samaritano que se preocupó por él.

“Ahora con este rótulo no me dejan guindando porque los choferes de bus y las personas en general me ayudan y no me dejan guindando. Estoy muy agradecido con José y motivo a la gente a ayudar a las personas con discapacidad, es un acto de amistad y amor” dijo el cartaginés.

Para José Manuel, haber ayudado a don Dago le deja mucha satisfacción.

“Estamos para servir a las personas, cada vez que yo pueda tiendo la mano a un compañero, una compañera, una persona usuaria, a un adulto mayor y una persona con discapacidad. Esta oportunidad de servir es más que una enseñanza de mis padres y maestros, es un don que Dios me dio y procuro sacarle provecho”, comentó el vecino de Taras de Cartago.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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